
La política de Donald Trump hacia América Latina, a la que muchos se refieren ya como “doctrina Donroe”, obedece sin duda a una lógica transaccional, es decir, se basa en un constante quid pro quo inducido por las amenazas del presidente estadounidense.
En general, se ha tratado de amenazas arancelarias, pero Trump también recurre a las amenazas de intervención armada y, recientemente, ha ordenado la ocupación naval del sur del Caribe dizque en pos de objetivos antinarcóticos. Bautizada originalmente como lucha contra el narcoterrorismo, más recientemente se ha convertido en lucha contra el narcocomunismo y ha designado a Venezuela y, más específicamente, al régimen del presidente Nicolás Maduro como su principal exponente, aunque tampoco se salvan México ni Colombia.
A los ojos de la mayoría de los analistas, la guerra contra las drogas que el presidente republicano invoca constantemente como el objetivo a largo plazo de su política hacia la región resulta insuficiente. Con el fin de encontrarle alguna coherencia, se manejan varias hipótesis explicativas que paso a resumir.
- La hipótesis de las pugnas interburocráticas.
Esta hipótesis estipula que la política hacia América Latina obedece a las simpatías y antipatías de sus principales asesores. Por ejemplo, la política hacia Venezuela y Cuba estaría muy influenciada por las preferencias ideológicas de Marco Rubio, el secretario de Estado de origen cubano. La política hacia México sería el coto vedado de Steve Miller, el responsable de la política antimigrante. La decisión de rescatar la economía argentina obedecería al interés de Scott Bessent, el secretario del Tesoro.
2. La hipótesis de la política inducida por el cabildeo.
La decisión, en apariencia incomprensible dada la beligerancia de la guerra contra las drogas, de perdonar a Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras condenado por narcotráfico por un tribunal de Nueva York, obedecería a las presiones de la oligarquía tecnológica y de los negociantes en criptomonedas muy involucrados en el proyecto hondureño denominado Prospera.
Prospera es una iniciativa libertaria de ciudad autónoma declarada zona económica especial en la isla de Roatán. En principio, Prospera debía escapar de la soberanía del Estado hondureño. Sin embargo, el proyecto, aprobado durante el gobierno del Partido Nacional, de Porfirio Lobo, fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema. Esa decisión ha sido posteriormente impugnada. Por el momento, Prospera se rige por regulaciones propias en lo comercial, aunque se mantiene bajo jurisdicción hondureña en materia penal.
3. La hipótesis de las zonas de influencia.
En este escenario, el mundo futuro estaría dominado por un condominio de tres superpotencias rivales mas no antagónicas: Estados Unidos, como primus inter pares. China y Rusia serían los otros dos integrantes del triunvirato. A Estados Unidos le correspondería el hemisferio occidental como zona de influencia privilegiada; a China, los países ribereños al mar de China, y a Rusia, Europa Oriental. Esta división del mundo explicaría el intervencionismo de la actual administración republicana y su beligerancia, a todas luces ilegal, que recuerdan políticas como la Declaración Monroe, el expansionismo del presidente McKinley o la política del “Gran garrote”, de Teodoro Roosevelt.
Lo más probable es que cada una de las tres hipótesis explique parte de la realidad.
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Cristina Eguizábal Mendoza es politóloga.
