
Existe una trampa en política y se llaman las “falsas narrativas”. Se busca confundir a los votantes con temas estridentes, polémicos, generalmente falsos, y que generen morbo ético y social. Y, de esa manera, impedirle al electorado que piense, hable y demande sobre los temas realmente importantes.
Recientemente, Brookings Institution, en Estados Unidos, publicó un artículo sobre por qué las personas volcaron su voto de Kamala Harris a favor de Donald Trump en las últimas cuatro o cinco semanas. Se explica por qué millones de estadounidenses fueron impactados a última hora por una masiva campaña de fake news y distractores políticos. Dos meses antes de la elección, Harris ganaba casi por un 5% y, finalmente, perdió contra Trump por un 1,8% del voto nacional, y mayoritariamente los colegios electorales.
Buscar confrontación social
Igual está sucediendo en Costa Rica. La candidata del partido oficialista (y sus polémicos asesores de imagen que, suponemos, son los mismos de Zapote), la han puesto a generar “confrontación social”, a partir de una serie de temas absolutamente baladíes y secundarios, pero estridentes. La alharaca de un micrófono de $60 “colocado” en un tomacorriente de su oficina; una supuesta misa en la basílica de Cartago –que es católica cuando la candidata es evangélica–, etcétera.
Y la cereza del pastel: un decreto del actual presidente que pretende negar los derechos de la madre a sobrevivir en un embarazo en el que esté en peligro su vida (artículo 121 del Código Penal), decreto que, por cierto, es ilegal e inconstitucional, pues un decreto ejecutivo es inferior a una ley de la República como el Código Penal, en virtud del principio de jerarquía normativa.
Aquí el mandatario se “mete” en campaña, buscando un tema que genere confrontación social a favor de su partido y de la agrupación de Fabricio Alvarado. Busca polarizar la campaña con un tema “religioso”, sacado de la manga, que no es el más urgente del país en este momento, ni mucho menos.
No dejar que mande el “cerebro límbico” y las emociones
Esta estrategia, sin embargo, puede funcionar, porque al electorado le gusta “la sangre y la arena”.
Los seres humanos –ya lo dijo Daniel Kahneman, en dos excepcionales libros, Thinking, fast and slow (Pensar rápido, pensar despacio) de 2011, y Noise, de 2021 (Ruido)–, en la mayoría de nuestros actos –y también como votantes– somos regidos por el llamado “cerebro reptiliano” y por el límbico, donde residen las emociones, los miedos y los impulsos primarios.
El “cerebro reptiliano”, el de la sobrevivencia, y el “cerebro límbico”, el de las emociones, son nuestro automático inicial. Es siempre nuestra primera reacción cuando nos enfrentamos a cualquier situación en la vida.
El córtex central –la razón, el pensamiento racional– solo entra a funcionar después. Ya lo había advertido Carl Jung hace seis o siete décadas.
Los temas realmente importantes
Por eso, no podemos caer en la trampa de una campaña manejada por temas falsos, por cortinas de humo emocionales que llaman a la polarización. Los ciudadanos debemos exigir y demandar a los candidatos que hablen de los temas realmente importantes.
Aquí, una propuesta de tres grandes temas de campaña.
Primero. Reconstruir un sistema educativo en crisis total. Este es el principal objetivo nacional. Aquí estamos ante un naufragio total. De la vieja Suiza centroamericana no nos queda casi nada. Los datos son absolutamente alarmantes, como lo indica el Informe del Estado de la Educación -Estado de la Nación, 2025.
- Nuestro sistema educativo gradúa hoy a apenas el 40% de sus estudiantes de secundaria. Es decir, casi un 60% de los estudiantes ni siquiera tienen bachillerato, dejan la secundaria a los 15 o 16 años, y son presa fácil de la droga y la delincuencia.
- El 90% de nuestros estudiantes de secundaria tienen una capacidad de abstracción de estudiantes de tercer grado de escuela. Similar a los países del África subsahariana, cuando uno compara las prueba PISA de la OCDE (de razonamiento abstracto y matemático).
- Desde el año 2022 se hizo una reducción de ¢3.000 millones en comedores escolares, demostradamente el principal “retenedor de estudiantes en aula”.
- Costa Rica invierte hoy solo un 4,9% del producto interno bruto (PIB) en educación pública, a pesar de la obligación constitucional del 8%. Esta reducción se agudizó durante los años 2023, 2024 y 2025 durante la gestión del anterior ministro de Hacienda. Esto es gravísimo. Tendremos que empezar a invertir de nuevo entre el 6,5% y el 7% del PIB sostenidamente.
Segundo. Apostar por nuestros empresarios nacionales: la clave del crecimiento. Nuestros empresarios nacionales y el Régimen Definitivo, que son el 85% de la población, sufren una situación económica de constante crisis. Hay un deterioro sistemático de la empresa nacional, en virtud de cargas tributarias excesivas y falta de crédito e incentivos.
Por un lado, hay una Costa Rica de empresarios nacionales que pagan muchos impuestos. Son el 85% de los costarricenses los que pertenecen al Régimen Definitivo (cerca de 1.700.000 personas de nuestra fuerza laboral) que tributan entre 25% y 40% de sus ingresos (incluidos impuesto de renta, obligaciones municipales y cargas parafiscales del régimen contributivo de la CCSS). Ellos son la clave de nuestra economía.
Por otro lado, hay una Costa Rica exonerada que no paga impuestos, compuesta por empresas extranjeras en Régimen de Zonas Francas (ZF) y otros regímenes. Y también la integran empresarios nacionales que aprovechan ese portillo y se inscribieron en ZF en los últimos años con compañías “domiciliadas” en el exterior. Este régimen da trabajo a unas 150.000 personas. Esto tuvo sentido durante algún tiempo, pues el régimen de exoneraciones fiscales (creado en 1990) se ideó como temporal, por 15 años, para atraer empresa extranjera. Pero ya lleva 40 años y se eternizó. Y hoy existen dos Costa Ricas, una que paga todos los impuestos y otra que no.
Como resultado de lo anterior, mientras el sector de ZF ha crecido entre el 17% y el 20% del PIB anual en los últimos años, el Régimen Definitivo experimenta un pobre crecimiento de apenas el 2%, sobreviviendo con mucho esfuerzo. Se trata de nivelar un poco la cancha, para que todos puedan triunfar y hacer crecer la economía.
Hay que pensar con creatividad, pues no se trata de ahuyentar ninguna inversión extranjera. Yo les bajaría los impuestos a los empresarios nacionales a un 20% o 25% como máximo, y le pediría al régimen exonerado que empiece a pagar el 15% de impuesto corporativo global, que propuso la OCDE y el G-20, planteado por países como Francia, Inglaterra, Alemania, los países escandinavos.
Este es un debate urgente que deberíamos tener como sociedad. Lo que no podemos hacer es seguir ahogando a nuestros empresarios nacionales. Los privilegios y exoneraciones pertenecen a las formas de “capitalismo imperfecto” o cedular, como reconocen incluso los economistas liberales. En una sociedad de verdad, todo el mundo tiene que competir en igualdad de oportunidades.
Tercero. Una apuesta inteligente por seguridad ciudadana. La corrección de la inseguridad ciudadana tiene dos factores y ninguno de ellos es “eliminar las garantías constitucionales” como salió diciendo alguna candidata por allí. La clave es: a) prevención; y b) un régimen policial eficiente, reconstituyendo el control en las costas para combatir el narcotráfico.
El principal factor de prevención es la inversión social en educación y salud. Solo así impediremos que nuestros jóvenes caigan en la violencia y la droga. En Costa Rica hemos hecho lo contrario, y hemos agudizado la desigualdad. El resultado de todos estos factores, es que Costa Rica, una de las sociedades más equitativas de América Latina a inicios de la década de los años 90 (Human Development Index, 1991, UNDP, Nueva York), se transformó, dos décadas y media, después en el octavo país más desigual del planeta. (Taking on Inequality, Banco Mundial, 2016-2018, Piketty, Saez, et al).
Y lo otro es una policía moderna, eficiente, con altas capacidades, que persiga a los delincuentes y al narcotráfico, pero respete las libertades civiles de los ciudadanos. Y ello supone, entre otras cosas, guardacostas y volver a poner escáneres, lo que, asombrosamente, se ha desmantelado en los últimos años.
Estos son algunos de los 15 grandes temas esenciales que deberíamos discutir como sociedad en esta campaña política y a los cuales dedicaremos un próximo artículo.
Jaime Ordóñez es director del Instituto Centroamericano de Gobernabilidad.
