Como ya es costumbre en esta columna, me tomo el atrevimiento de sugerir algunos presentes que autoridades, funcionarios, aspirantes a cargos de elección popular y ciudadanos comunes podríamos incluir en los encargos para esta Navidad.
Aclaro, eso sí, que la decisión final de agregar o no alguna de estas recomendaciones en la lista del Niñito Dios quedará sujeta al interés personalísimo del beneficiario y, por supuesto, a la voluntad del Jefe Supremo. Empecemos:
Para los asegurados: Un sofá de cuero reclinable, con respaldar ergonómico, portavasos y conexión a un servicio de streaming, para que les resulte un poquito menos agobiante la espera por una cirugía o un diagnóstico en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Para quienes sufren en las presas: Un fondo de pantalla para el celular con una imagen del tren chino Shanghai Maglev, el más veloz del mundo, para que puedan retorcerse del colerón cada vez que algún presidente prometa construir el tren eléctrico metropolitano.
Para los peatones: La capa de Superman para que puedan caminar por las calles sin miedo a que los fulmine una bala perdida, a que los atropelle un chofer irresponsable, a ser víctimas de un asaltante o a caerse en el hueco de alguna acera.
Para los estudiantes: Un mapa interactivo conectado a un servicio satelital de altísima precisión y autografiado por la exministra de la Educación, para ver si encuentran la ruta prometida para salir del pavoroso rezago que afronta la enseñanza pública.
Para magistrados, periodistas, contralora, fiscal, jueces y rectores: Un kit de suero antiofídico para protegerse de las descargas de veneno. Bono adicional: un paraguas de teflón para que no los inmuten los ataques por hacer bien su trabajo.
Para los votantes indecisos: Una lámpara de luces led conectada a un detector de mentiras y a un supresor de triquitraques para que puedan definir, con sumo cuidado y responsabilidad, quién será el próximo presidente de Costa Rica.
Para los candidatos: Un quintal de transparencia, otro tanto de responsabilidad y uno más de sensibilidad con el pueblo, para que vivamos un cierre de campaña de altura en que las ideas sensatas y visionarias predominen sobre las ofensas y las ocurrencias.
Para el gobierno: Un contrato, eso sí, sin saltarse controles legales, con un servicio de inteligencia artificial de última generación que pueda sugerirle cómo cumplir la promesa de “comerse la bronca”, aunque sea en sus últimos cinco meses de mandato.

