El gobierno de Israel intenta excusar la matanza en Gaza recordando el salvaje acto terrorista y cobarde de Hamás del 7 de octubre de 2023, cuando ejecutó a mansalva a niños y población civil. Sin embargo, cada vez es más evidente que hay motivaciones que van mucho más allá de una respuesta al terrorismo.
El objetivo estratégico del gobierno es destruir el Acuerdo de Partición de 1948 y la viabilidad de la Solución de Dos Estados. Su norte es establecer un Israel que abarque desde el río hasta el mar, sin palestinos. Esos, de acuerdo con algunos aliados de Netanyahu, “que migren a los países árabes”.
Los partidos judíos ortodoxos, los cuales profesan ser los medallistas de oro en materia religiosa, son claves para que, dada la composición del parlamento israelí, Netanyahu siga al frente del gobierno. Su extremista visión religiosa y el oportunismo del primer ministro se han apoderado de las decisiones.
Por cierto, no debería sorprendernos que una ortodoxia religiosa –en este caso, judía– promueva la carnicería humana en Gaza para lograr la construcción de ese Israel colonizador y racista. La historia está llena de casos en los que, en nombre de la religión, se han conquistado, colonizado, exterminado y esclavizado pueblos enteros y se han justificado horrendos actos terroristas.
En la sangrienta conquista del continente americano, los soldados españoles eran enviados a matar y esclavizar para promover el catolicismo y eran respaldados y acompañados por sacerdotes y biblias. Igual ocurrió en las cruzadas del cristianismo contra el islam. Y un ejemplo más: el terrorismo de los grupos islámicos comprometidos con la guerra santa (Yihad), quienes, antes de sus matanzas, invocan a Alá. ¡Pobre Dios con esas jaurías de asesinos judíos, cristianos y musulmanes como sus embajadores en la tierra!
Lo hecho por Hamás no admite justificación de ningún tipo, aun a la luz de esas aspiraciones de Israel ni de cualquier ultraje asociado, por ejemplo, con la creación de asentamientos judíos en territorio asignado a Palestina en los acuerdos de partición. Pero del terrorismo siempre se debe esperar lo peor. Por ello, al igual que el narcotráfico, la pedofilia o la corrupción, debe ser exterminado de la faz de la tierra. Eso sí: nunca al costo de también exterminar niños, población civil y destruir sus casas e infraestructuras.
Imitar los métodos del terrorismo para destruirlo elimina cualquier aspiración de superioridad moral. La guerra al terrorismo utilizando sus mismos métodos lo reivindica, lo normaliza y, por lo tanto, lo rehabilita. Hamás (y el terrorismo mundial) saldrá triunfante, porque sus métodos han sido redimidos directamente por el gobierno de Israel e indirectamente por sus aliados del Occidente supuestamente civilizado.
Ante ese sombrío panorama, estaba convencido de que en Israel no quedaba ninguna traza de sensatez, sabiduría y humanismo; presumía que, en ese país, nadie en puestos de autoridad tenía el más mínimo respeto por los derechos de los palestinos de Gaza; mi opinión sobre la mayoría de israelitas había caído estrepitosamente. Más aún, estaba convencido de que, en cuanto a crueldad, no existía diferencia entre los líderes y militares de Hamás y el gobierno y los militares de Israel.
De repente, cuando la desesperanza se imponía, algo maravilloso ha ocurrido. Ahora esas conclusiones están siendo felizmente socavadas por la valentía y la dignidad de 41 oficiales de inteligencia militar y reservistas de las Fuerzas de Defensa de Israel, que han salido a la luz pública a cuestionar las acciones ejecutadas por el gobierno de Netanyahu (“Israeli army officers refuse to serve in ‘unnecessary, eternal war’ in Gaza”, publicó The Guardian el 11 junio: https://www.theguardian.com/world/2025/jun/11/israeli-government-orders-must-not-be-obeyed-idf-intelligence-officers).

En una carta dirigida al Gobierno, califican la guerra de innecesaria y hacen un llamado a otros militares a no acatar órdenes, porque “cuando un gobierno actúa por motivos ocultos, daña a civiles y conduce al asesinato de personas inocentes, las órdenes que emite son claramente ilegales y no debemos obedecerlas”. Uno de los firmantes declaró: “La esperanza es que tantas personas como sea posible desafíen la legitimidad de esta operación …”.
The Guardian informa de que, aparte de estos 41 oficiales, 250 reservistas y exalumnos de una división de vigilancia militar, instaron al gobierno a poner fin a la guerra. Además, reporta que un oficial de inteligencia declaró que ya no podía participar en una guerra en la que “los militares no lo pensaron dos veces antes de dañar a civiles cuando bombardeaban objetivos en Gaza. Sentí que era inmoral e increíblemente excesivo. Sentí que dejaron de pensar y sentir, y estaban dispuestos a hacer todo lo posible para lograr un objetivo que, en realidad, no era un objetivo real... y si hay un objetivo, es tratar de deshacerse de la población de Gaza por cualquier medio”.
Estas éticas y valientes actitudes en ámbitos militares –donde la insubordinación es severamente castigada–, evidencian, primero, que mis valoraciones negativas sobre las acciones de Israel en Gaza son similares a las de personas que conocen las estructuras desde dentro (y que, por cierto, no podrían ser acusadas de antisemitas). Y, segundo, que he estado equivocado: sí hay personas en los liderazgos militares israelíes con sensatez, humanismo, respeto por los derechos humanos y nunca equiparables a los líderes y militares de Hamás.
La valentía y la rectitud de estos soldados israelíes urgen en otros lugares del planeta. Los excesos de Trump podrían ser moderados si las cúpulas del Partido Republicano, en lugar de apoyarlo de forma oportunista en todo, se rebelaran. Igual en Costa Rica: quizá enfocados en resguardar su futuro político y atenidos a las encuestas de opinión, las personas cercanas al presidente –tanto en el Poder Ejecutivo como en la Asamblea Legislativa– no se asombran ante nada y guardan silencio ante todo.
Estos militares israelíes sufrirán el ataque de Netanyahu y su cúpula por sus declaraciones. Quizá sus carreras se verán truncadas. Pero ante la historia de Israel, serán héroes, fabricantes de esperanza y oasis de decencia en el desierto moral en que se ha convertido su país. ¡Buen molde para algunos(as) en Costa Rica!
ottonsolis@ice.co.cr
Ottón Solís es economista.