Como es tiempo de propuestas, a veces inviables o delirantes, haré la mía. No tiene nada de novedosa. El objeto es muy simple: dar oficio a los que casi no lo tienen, o añadirlo a los que lo tienen, y llenar lagunas de información o carencia de destrezas de grandes sectores de la población.
¿Antecedentes? En el tiempo de mi transitorio oficio de juez constitucional, visitaba periódicamente instituciones de enseñanza, hoy una y mañana otra, para conversar con los estudiantes acerca de sus derechos fundamentales y los medios para garantizarlos en asuntos concretos de su interés. Mi intención no era solo proveerles elementos de juicio, sino mostrar la racionalidad de acudir a medios jurídicos para reivindicar los derechos frente a otras alternativas cuestionables, y, correlativamente, reparar en los deberes que se tienen para con la familia, la comunidad y la humanidad.
Lo que propongo ahora es aprovechar recursos humanos que estén dispuestos a llevar a la práctica un programa de voluntariado en centros escolares o comunales, que acojan a escolares y a quienes no lo son, que sume habilidades para la vida ciudadana, en el más amplio sentido posible. La ciudadanía se piensa en su dimensión jurídica, pero incluye también todo tipo de aptitudes, destrezas y actitudes que favorecen la capacidad de las personas para desenvolverse útilmente en sus diversos grupos sociales. En todos esos ambientes, públicos y privados, siempre hay un rol valioso por desempeñar.
El voluntariado es de doble vía: se refiere a todos los participantes, tanto a los que instruyen como a los que son instruidos. Dado que el temario sería abierto, requiere instructores en diversas profesiones y oficios, según lo disponible en cada comunidad. El programa puede hacerse con apoyo público o privado, en el primer caso, sobre todo, municipal.
En las comunidades ven la televisión personas capacitadas en profesiones y oficios que pueden ser activados para colaborar en el programa si las persuade una organización bien concebida, interesante y transparente. Se trata de jubilados o trabajadores activos cuyos conocimientos se desaprovechan, o solo son asequibles mediante compensación económica. El voluntariado es altamente gratificante, entre otras cosas, porque inserta a personas aisladas en contextos comunitarios donde sus conocimientos y habilidades son apreciados y tienen un gran valor extracurricular. No es mala idea si lo llevamos adelante.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la Presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPIlegal.