El oficialismo ha planteado un acertijo político que confunde a las fragmentadas oposiciones y las tiene manoteando aire sin pegar bulto. Descifrarlo es para ellas urgente, pues queda poco tiempo para captar a las y los indecisos. Y, si no encuentran respuesta, muchos se inclinarán por el voto útil, que aumenta las probabilidades de un triunfo del oficialismo en primera ronda.
Esbozo este acertijo así: las elecciones presentan, por lo general, una disyuntiva entre continuidad y cambio. La continuidad, el partido en el gobierno, dice “voten por nosotros para seguir con las buenas cosas que hacemos por ustedes”. Los abanderados del cambio, los opositores, argumentan: “Es hora de echar a esos inútiles y rescatar al país”. Unos procuran convencer de que vale la pena seguir con los mismos y otros, que hay que darles una patada en el trasero. Y, como el oficialismo siempre tiene cola que le majen, su posición es más difícil que la de los críticos, pues defenderse cuesta más que atacar.
El oficialismo de turno modificó esta ecuación. Se presenta, simultáneamente, como el abanderado de la continuidad y del cambio, abraza los dos al mismo tiempo. Algo así como: “Vote por los mismos para que haya cambio verdadero”. Un relato potente y circular, apoyado por un aparato mediático que lo machaca un día sí y otro también, de manera que la gente, por repetición, lo crea.
Esta astuta maniobra quitó oxígeno político a las oposiciones. Si critican que el gobierno cometió muchas tortas y ha sido muy inútil, el oficialismo se la devuelve: “no es culpa del presidente, sino que ustedes, los corruptos ticos con corona, no lo dejaron hacer. ¿La solución? Elijan muchos diputados nuestros”. Si dicen que Chaves es un autoritario, responden: “la señora Fernández continuará con el legado de don Rodrigo, pero es distinta”. Y así hasta el infinito: toda crítica se devuelve de la misma manera que un espejo devuelve una imagen. Además, ¿a quién atacar: al presidente que está en campaña o a la muy escondida candidata? Y si atacan a los dos, ¿no caen en la trampa de empaquetar, como si fueran una sola figura, el cambio y la continuidad?
Hasta el momento, las oposiciones carecen de un relato que golpee al oficialismo sin quedar atrapadas en las redes del acertijo. Ahora que se acerca la tregua de los tamales, bien harían en darse una buena pensada. Los llevan remolcados.
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Jorge Vargas Cullell es sociólogo.