PRAGA – La violencia doméstica le cuesta al mundo 25 veces más que la guerra y el terrorismo, según una investigación llevada a cabo por James Fearon de la Universidad de Stanford y Anke Hoeffler de la Universidad de Oxford, por encargo del Copenhagen Consensus Center.
Al observar diferentes tipos de violencia, Fearon y Hoeffler hallaron que a escala mundial, los costos del conflicto –incluidos el costo económico de las muertes por guerras y terrorismo, los desembolsos relacionados con los refugiados y el daño pecuniario en general– en conjunto alcanzan, aproximadamente, el 0,2 % del PIB mundial cada año.
Esa cifra se ve eclipsada por aquella relacionada con la violencia doméstica, cuyo costo alcanza un asombroso 5,2 % del PIB mundial cada año. Sin embargo, la cantidad de investigación y de fondos dirigidos a resolver el problema es pequeño en comparación con lo que se gasta en la búsqueda de la paz internacional.
En los últimos años, la violencia doméstica se ha concentrado más en la India, desde donde llegan historias alarmantes de extrema brutalidad que generan titulares de prensa en todo el mundo. Debido a que la India es el hogar de aproximadamente una quinta parte de la población mundial, la búsqueda de soluciones escalables para dicho problema podría tener implicaciones de largo alcance para el resto del mundo.
Al igual que en muchos países, las desigualdades de género de la India están profundamente arraigadas. No obstante, dada la gran magnitud de su población, cualquier reducción significativa podría transformar millones de vidas durante varias generaciones venideras.
La más reciente Encuesta Nacional de Salud Familiar efectuada en la India mostró que el 29 % de las mujeres casadas que se encuentran entre los 15 y 49 años de edad experimentaron violencia conyugal, ya sea física o sexual. Eso quiere decir que es probable que, únicamente en el transcurso del presente año, millones de mujeres de la India van a sufrir violencia doméstica.
En el Estado costero de Andhra Pradesh, el Copenhagen Consensus Center recientemente colaboró con Tata Trusts, una de las organizaciones filantrópicas más antiguas de la India, en la identificación de las mejores opciones en cuanto a políticas con el propósito de resolver los mayores desafíos del Estado. Más de 30 investigadores, incluido entre ellos el premio nobel Finn Kydland, examinaron una serie de temas locales que van desde el endeudamiento de los agricultores ultrapobres hasta la calidad educativa, las tasas de tuberculosis y la salud mental de los adolescentes. Entre estos asuntos, dos de las diez políticas principales que identificamos hacen referencia a la violencia doméstica.
Entre los diversos enfoques para abordarla, muy pocos están respaldados por evidencia empírica sobre su eficacia. Pero nuevas investigaciones llevadas a cabo por Srinivas Raghavendra, Mrinal Chadha y Nata Duvvury de la Universidad Nacional de Irlanda en Galway han identificado dos enfoques probados que involucran no solo una respuesta de red de seguridad frente a la violencia doméstica, sino también esfuerzos para cambiar las actitudes públicas.
Un enfoque se basa en el SASA! Project, que trabaja con comunidades enteras para generar conciencia acerca de cómo el uso del poder por parte de los hombres sobre las mujeres puede alimentar la violencia contra las mujeres y aumentar las tasas de VIH/sida. SASA! muestra cómo las comunidades individuales por sí mismas pueden reducir la aceptabilidad social de la violencia. El enfoque fue iniciado en Uganda y ahora se ha utilizado en más de 20 países, a un costo de tan solo $15 por persona.
La otra intervención, que ha demostrado ser eficaz en Sudáfrica, combina préstamos de microfinanzas para mujeres con capacitación sobre violencia doméstica, normas de género, sexualidad y derechos de las mujeres. Mientras que las microfinanzas garantizan que las mujeres tengan los medios prácticos para mantenerse, la capacitación adicional les proporciona los medios para mejorar su bienestar físico y emocional.
Fundamentándose en evidencia, los investigadores de NUI Galway hallaron que estos modelos podrían ser adaptados a Andhra Pradesh, lugar donde viven 1,7 millones de mujeres entre 15 y 59 años de edad quienes se encuentran por debajo de la línea de pobreza y han sido parte de una asociación el año pasado. (La violencia doméstica afecta a mujeres de todos los niveles de ingresos, pero el enfoque de estos programas se centra de manera especial en las mujeres de ingresos más bajos). El costo total para administrar estos programas sería de $23,5 millones y $19,5 millones, respectivamente.
La extrapolación de los resultados de una encuesta autoinformada sugiere que más de 500.000 mujeres, entre las 1,7 millones antes mencionadas, serán atacadas por su pareja cada año. Y se puede indicar, sobre la base de estudios previos, que cada una de dichas mujeres probablemente experimentará abuso físico no solo en una o dos ocasiones, sino ocho veces al año, en promedio.
Ahora, considere que se ha demostrado que ambos de los programas mencionados reducen la violencia doméstica en alrededor del 55 %, y que se estima que los beneficios durarán por lo menos cuatro años. Cualquiera de los dos programas podría salvar más de diez vidas cada año, mientras que a la vez evitaría un número mucho mayor de lesiones físicas.
Además, los costos del abuso no se detienen en lo ya mencionado. Las encuestas muestran que cada agresión doméstica incapacita a una mujer durante un período promedio aproximado de 5,5 días. El costo económico de tal violencia, por lo tanto, puede estimarse sumando el costo de la pérdida del trabajo remunerado, junto con el valor del trabajo doméstico no remunerado y aquel del tiempo libre.
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Mediante el uso de este enfoque, los investigadores de NUI Galway demuestran que trabajando con la ya mencionada cantidad de 1,7 millones de mujeres en Andhra Pradesh, se podría generar beneficios totales por un valor cercano a los $550 millones. Cada dólar gastado produciría más de $27 en beneficios sociales, debido a la reducción del sufrimiento.
Estos hallazgos, junto con otras recomendaciones sobre políticas de educación y nutrición, se han presentado al ministro en jefe del Estado de Andhra Pradesh, Nara Chandrababu Naidu, quien ha solicitado un plan de acción. La evidencia indica que muchos otros estados de la India y otros países a lo largo de todo el mundo podrían aprender de la experiencia de Andhra Pradesh. Las futuras generaciones de mujeres y niñas se beneficiarían y también lo haría la economía en su totalidad.
Bjørn Lomborg es director del Copenhagen Consensus Center y profesor visitante en Copenhagen Business School. © Project Syndicate 1995–2018