
Recientemente, terminé de leer Derecha e Izquierda, del ilustre académico italiano Norberto Bobbio. Entre las muchas lecciones que ofrece, hay una frase que quiero destacar y convertir en eje de esta reflexión: “No existe ideal que no esté encendido por una gran pasión”. Este breve pensamiento encapsula, desde mi criterio, el motivo y el propósito principal de la política. Y, a su vez, brinda la razón primordial de por qué la política actual, al menos en Costa Rica, ha dejado de ser atractiva y genera descontento entre tantísimas personas.
Desde los diez años supe que quería dedicarme a la política. No por ambición de poder, sino porque la considero una vía decisiva para mejorar la calidad de vida de las personas. La formulación de leyes, la creación de marcos jurídicos, la defensa de derechos humanos y la promoción de ideas pueden transformar la realidad de quienes más lo necesitan. Sin embargo, al involucrarme de lleno, he notado que muchos de quienes participan en política no comprenden su verdadero propósito.
La política es un arte. Y no me refiero solo a la estrategia o la negociación, sino al arte de gestionar, liderar, dirigir e impactar positivamente la vida de las demás personas. En Costa Rica, hace tiempo que no vemos figuras políticas sólidas, con ideales firmes y con verdadera pasión por el bienestar colectivo. Mi hipótesis es que esos liderazgos escasean porque cada vez son menos quienes creen y sienten auténticamente lo que dicen defender.
Por ejemplo, en el partido al que me integré en enero pasado, no percibo una presencia fuerte de personas con ideales claros o convicciones profundas. Lo que observo con frecuencia –aunque no en todos los casos– es oportunismo expresado en discursos añejos y vacíos, donde personas sin interés genuino por el país pretenden adueñarse de este proyecto político. Incluso, en las jefaturas, veo burdos intentos de engañar al pueblo costarricense, cambiando principios y valores por recursos, intereses o cuotas de poder.
Paradójicamente, esta crisis interna de la agrupación fue lo que me motivó a integrarme a ella hace ocho meses: creo que es hora de que quienes soñamos con un mejor país recuperemos los espacios que han sido usurpados por quienes lo venden y lo traicionan. Y no creo que esto ocurra solo en este partido; sospecho que sucede en la mayoría de los partidos políticos del país.
La política costarricense, en general, parece haber perdido el ímpetu de luchar por lo justo y lo ha reemplazado por intereses personales.
Este deterioro explica por qué tantas personas jóvenes se sienten cada vez menos interesadas. No es falta de voluntad: es que hemos dejado de creer.
Sin embargo, no todo está perdido. Desde distintos espacios, muchos jóvenes estamos alzando la voz para cambiar la narrativa y demostrar que sí podemos ser protagonistas. Con frecuencia, nos tratan de frenar con frases como “son muy jóvenes” o, como me dijeron a mí una vez: “no sabe lo que hace por su corta edad”. Tal vez quienes dicen eso deberían mirarse al espejo: muchas y muchos jóvenes entendemos mejor lo que hacemos que aquellos que hoy ocupan posiciones de poder. La diferencia es clara: tenemos ideales, y detrás de ellos, hay pasión.
Es por esto que le doy toda la razón a Norberto Bobbio. La política, como cualquier ideal, solo cobra sentido cuando está encendida por una gran pasión.
Para concluir, me atrevo a lanzar dos mensajes: el primero, a las personas jóvenes, es un llamado a no desistir. A seguir luchando. A compartir esfuerzos. A articularnos. Y a trabajar por una Costa Rica donde la política vuelva a ser por las personas y no por las élites o los recursos económicos. Que lo que hoy parece utópico pueda convertirse mañana en realidad.
El segundo es para quienes intentan frenarnos: sigan haciéndolo, porque cada obstáculo nos hace más fuertes.
Al final de cuentas, Bobbio tenía razón: todo ideal nace de una gran pasión. Y hoy, más que nunca, nuestro ideal debe ser la pasión por los derechos humanos, por Costa Rica y por el progreso de todas y todos.
m.ulethp@gmail.com
Mia Fink Uleth es activista por los derechos humanos y estudiante de Derecho en la Universidad de Costa Rica.