El 12 de octubre nos celebramos desde 1994 como crisol de culturas. La colonia nos imprimió hegemonía de tradición occidental con génesis grecorromana y evolución europea. Tradiciones vernáculas fueron sofocadas. Pero el Día de las Culturas invita a un encuentro crítico con la diversidad de nuestras simientes. Es perenne desafío construir un imaginario enriquecido, menos blanco, menos europeizante, menos vallecentrista. Más humano.
La educación inculca la evolución de Europa como único proceso civilizatorio por default, con todo tipo de implícitas superioridades morales, políticas, étnicas y culturales de herencia colonial. También Asia y África sucumbieron, manu militari, a depredación territorial, deportación de poblaciones esclavizadas, comercio con cañoneras. No fueron encuentros amistosos de culturas. Esta celebración debe reconocer otros valores que, sin ser los nuestros, pueden enseñarnos mucho.
Las diferencias de Occidente con Oriente vienen de lejos. Si sus contrastes se manifiestan en ideologías, también están arraigados en ancestrales sistemas de producción que derivaron en éticas sociales y visiones colectivas distintas. Marx descubrió que la evolución económica europea no era universal. Había por lo menos otra a la que llamó “modo de producción asiático”. Karl Wittfogel las bautizó como “civilizaciones hidráulicas”. Mientras Roma impuso en Occidente la producción esclavista, Egipto, la India, China y el Sureste Asiático basaron su producción en el manejo de grandes inundaciones de ríos: Nilo, Yangtsé, Ganges.
Con lindantes individuales desdibujados, ingentes esfuerzos comunitarios aseguraban el sustento de grandes civilizaciones. En esa dinámica, el progreso de todos era condición del progreso personal. Marcada diferencia con la rapiña esclavista militar romana o griega, antecedentes culturales de Occidente. De ahí, contrastes de paradigmas: aventura militar frente a trabajo colectivo, héroe frente a comunidad, libertad personal frente a responsabilidad social. Aquí el individuo es el centro; allá, lo colectivo. De ahí se derivan diferentes éticas e imaginarios colectivos.
Mañana es ocasión para relativizar el absolutismo de nuestros valores. El universo no tiene centro. No somos ombligo de nada. Hay otras visiones y éticas tan válidas como las nuestras.
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Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.