Los sueños, sueños son, nos legó Calderón. También, por muchísimo tiempo se tuvieron por premonitorios y anuncio de catástrofes o fortuna, hasta que Freud estudió sobre los sueños y encontró otras explicaciones, específicamente sobre los sueños reiterados.
Sin reducir la interpretación a lo que Freud y otros estudiosos sostienen, volví a soñar al tenor de algunos arrestos y de la respuesta de la Contraloría General de la República (CGR) a la consulta realizada por el Ministerio de Hacienda sobre la legalidad de contratar, con recursos públicos, una póliza de seguro de responsabilidad civil a favor de jerarcas como el presidente, vicepresidentes, ministros y viceministros del Poder Ejecutivo.
La CGR subraya que los seguros pagados con fondos públicos deben proteger los intereses de la administración y no los beneficios personales de los funcionarios. De este modo, es claro que contratar seguros para cubrir responsabilidades personales de jerarcas sería incompatible con el principio de legalidad financiera y el régimen de responsabilidad administrativa.
El amable lector está en libertad de preguntarse de dónde saco este relato. La verdad, que no recuerdo siquiera si yo lo soñé.
Narro, entonces, en esta oportunidad lo que algún jerarca (el designado) podría llegar a tener en un sueño o ya habrá tenido si por alguna razón abandona la presencia del tabernáculo de la furia, en alguna noche apacible. El designado podría haber soñado:
Escena 1: Ambiente oscuro y un tanto frío con una luz intensa y centelleante sobre el gran timonel y una luz tenue sobre el solicitante. El gran timonel inició la entrevista con cada uno de los solicitantes, y no quedó satisfecho hasta recibir cada juramento, o haber despedido al aspirante con un lacónico gracias y un gesto imperioso que señalaba la puerta de salida.
El contraalmirante dijo, en tono solemne y mentón elevado, la siguiente diatriba:
Compatriotas y cómplices: Traemos un nuevo propósito que abandona la quimera del bienestar humano del mayor número. Hemos conocido en nuestro peregrinar que es posible el crecimiento acelerado, aunque a muchos perjudique, mientras favorezca a los míos. Ahora nos toca a nosotros tomar lo que es nuestro, eliminar controles y torcer las cosas porque, para cuando llegue la hora de enfrentar la ley, habremos tenido tiempo y fuerza para cambiarla. También tendremos una póliza que cubrirá los gastos legales, de tal forma que no se merme el botín de cada uno. Se recomienda tener otra nacionalidad, por si acaso, para encontrar refugio si las cosas no salen como planeamos. ¡Que vivan los nuestros y se enriquezcan bajo la sombra de nuestra furia!
Continuó: Hoy debemos impulsar, sin considerar la Constitución y las leyes, también sin decirlo mucho al principio, en esta difícil encrucijada fiscal, un cambio radical, que desengancha el carro del desarrollo de la estrella que los babosos creen ha hecho sobresalir al país. Por eso, no vamos a honrar la deuda con la CCSS, pero sí vamos a impulsar dedicar recursos a la compra de servicios privados sin mostrar inopia de la CCSS, vamos a reducir el presupuesto de educación, reducir los bonos de vivienda, sacrificar programas sociales de equidad, incluidas las becas Avancemos. Vamos a usar la aureola de país sostenible, pero minar las partes que impidan que se usen los recursos naturales para enriquecer a los nuestros. Además, para cambiar el rumbo, vamos a poner en vigencia un peregrinar por rutas, o trochas. Aunque estén mal planificadas y peor implementadas, estarán bajo la tutela de directivas nuestras, por derecho, o por maña.
Concluyó levantando el mentón aún más: Si juran ser fieles al credo y, por encima de todo, a mí, podrán mantenerse en sus puestos. De otra forma, serán degradados a su anterior pobre condición; si hablan luego de sufrir el castigo, serán perseguidos hasta el final de mi tiempo y más allá. Obediencia estratégica por encima de todo, hagan lo que puedan, pero sigan mis órdenes y satisfagan mis necesidades, gusticos y pedidos. Tengan claro que yo no les doy, pero los pongo donde hay. ¡Para mis amigos, todo; para mis enemigos, el deshonor, mi ley y el escándalo oprobioso! ¿Juras?
Quien titubeo con un gesto, o balbuceó una duda, o tan solo quiso hacer una pregunta, interrumpió la entrevista y el no designado salió. Sin embargo, quedó anotado en la libreta de clavos por sacarse.
Escena 2: En una habitación a oscuras, un posible jerarca –en funciones o ya despedido– entre contento y ansioso, despierta con un brinco. Sin embargo, no puede moverse: una pesada cobija lo aplasta.
Como si fuera una pantalla de TV, van pasando los recuerdos de las condiciones y mecanismos de protección previstos en la juramentación, que prefiguraba una nueva red de cuido. Pero también pasan imágenes de los antojos y cuidos brindados, algunos claros despropósitos, en los que incurrió durante su ejercicio a solicitud o por iniciativa propia.
Un designado pensó amadoramente que podía preparar su defensa con algo así:
Para mí, es claro que mi destitución no fue más que un acto revanchista y arbitrario por parte del presidente, quien, fiel a su estilo déspota y autoritario, castiga y remueve a quien no se alinee a su voluntad y que no le diga que sí a todos sus caprichos, sin cuestionamientos, aun cuando se trate de actos ilícitos, indebidos o antiéticos.
El designado quizá pensó: ¡Qué torta! No solo me cabe una responsabilidad sobre lo que personalmente dije, hice o dejé de hacer. Soy responsable de lo que el Consejo de Gobierno dijo, hizo y dejó de hacer, porque, según recordaba vagamente… Rápidamente, consultó en Internet… Cada ministro de Gobierno será conjuntamente responsable con el presidente, respecto al ejercicio de las atribuciones que esta Constitución les otorga a ambos. La responsabilidad por los actos del Consejo de Gobierno alcanzará a todos los que hayan concurrido con su voto a dictar el acuerdo respectivo (Constitución Política de 1949, art. 148).
No recuerdo en qué terminó ese sueño reiterado, ni recuerdo otro sueño, aunque fuera en un fugaz descanso, tipo siesta, de algún designado.
miguel.gutierrez.saxe@gmail.com
Miguel Gutiérrez Saxe es economista.
