La contracultura del descarte está sitiando a la familia desde distintos flancos. Una de las principales cabezas de playa es el hedonismo, que ha llevado a los occidentales a adorar todo aquello que produce placer y a buscarlo sin dominio, control ni equilibrio, hasta transformarlo en una tiranía que oprime las voluntades.
La sana sexualidad, sólido fundamento de la institución familiar, está condicionada por la voluntad, el afecto sincero, la corporalidad y un compromiso moral que involucra tanto el presente como el futuro.
Por el contrario, en el hedonismo, la sexualidad se reduce a algo estrictamente genital. Según diversas investigaciones, como la del médico Miguel Martínez González, catedrático de la Universidad de Navarra, existen tres graves problemas de salud asociados a esta contracultura que mina a la familia: la compulsión adictiva al material pornográfico, el exponencial aumento de las enfermedades de transmisión sexual y los problemas de salud mental debidos a la promiscuidad e infidelidad.
En el 2021, la pornografía en internet ascendía a 140 millones de visitas diarias. Según los investigadores James Stoner y Donna Hughes, es una adicción que reclama imágenes cada vez más explícitas y violentas, y que, de acuerdo con el psiquiatra español Carlos Chiclana, se caracteriza por una conducta compulsiva que persiste pese a los daños y es peligrosamente obsesiva.
Como consecuencia de la promiscuidad, a partir del siglo XXI comenzaron a aumentar las enfermedades de transmisión sexual (ETS). De conformidad con estudios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), en el 2018 se detectaron 26 millones de nuevos casos de ETS, la mitad en personas menores de 24 años.
El estudio fue considerado conservador, ya que solo contabilizó las enfermedades atendidas, dado que en muchas ocasiones estas se mantienen latentes sin manifestarse durante años, y los afectados no las detectan. Además, solo se contemplaron las ocho enfermedades más frecuentes. En ese mismo año se llegó al récord de uno de cada cinco estadounidenses infectados.
Un estudio sobre el sida, titulado Una prevención exitosa del VIH en Uganda, informa que dicho país africano fue el primero de su continente en reportar una baja sensible en las infecciones, después de desistir de la prevención basada en el condón y adoptar otra estrategia enfocada en concientizar sobre la importancia de las relaciones sexuales limitadas al matrimonio y en desestimular la prostitución.
En cuanto a los problemas de salud mental derivados de la promiscuidad e infidelidad, los CDC afirman que la actividad sexual precoz es causa de riesgos y recomiendan retrasar lo más posible la iniciación sexual y reducir el número de parejas sexuales, ya que lo contrario acarrea una serie de factores de riesgo. De hecho, una investigación epidemiológica de 1998 publicada en una revista británica de medicina reconocía que los adultos jóvenes presentaban un alto grado de arrepentimiento por haber tenido actividad sexual prematura.
Estos estudios motivaron al Departamento de Servicios de Salud de los Estados Unidos a lanzar en el 2006 una campaña para promover que los jóvenes evitaran las relaciones sexuales prematrimoniales. Esta recomendación coincidió con el Centro de Investigaciones Sociológicas de 1995, confirmado por estudios en Francia y Suecia, donde se demostró que hubo menos separaciones entre las parejas cercanas a los 25 años que retardaron la cohabitación hasta el matrimonio. En ese caso, el índice de separaciones fue apenas del 4 %, en comparación con un índice mucho mayor entre las parejas que adelantaron su actividad sexual.
Otra investigación, realizada por tres especialistas en sociología, analizó el papel de la cohabitación previa y su relación con la duración del matrimonio. Se determinó que las parejas que cohabitan sin un compromiso tienen una peor calidad de relación y mayor riesgo de ruptura e infidelidad, en comparación con aquellas que han formalizado un compromiso como el matrimonio o que han decidido asumirlo en el futuro.
Este conjunto de razones demuestra la necesidad de fortalecer la familia. Pese a lo anterior, la Asamblea Legislativa tiende a debilitar la institución del matrimonio. En el 2020, se aprobó una pésima reforma del Código de Familia, introduciendo los llamados “divorcios de Hollywood”, en los cuales basta con alegar diferencias de carácter para divorciarse. Esta causal es absurda e insubstancial, ya que todas las personas tienen diferencias de carácter.
Esta peligrosa tendencia se agrava debido a que, según el nuevo Código Procesal de Familia, es posible disolver matrimonios sin hijos de manera rápida y fácil, con solo acudir a un notario que, mediante un breve documento, dé por terminado el vínculo.
Se ha demostrado que uno de los principales problemas que fomentan la inseguridad y arrastran a la juventud hacia el narcotráfico y la delincuencia es la ausencia de un adecuado marco familiar de convivencia. Esa es una razón fundamental por la que esta espiral de leyes debe detenerse cuanto antes; de lo contrario, los problemas sociales ocasionados por la crisis de la familia seguirán en aumento.
Fernando Zamora Castellanos es abogado constitucionalista.