El Partido Liberación Nacional nació en las aulas de la Escuela de Derecho, con Rodrigo Facio como precursor, y en las montañas de la hacienda La Lucha, con José Figueres y el más absoluto pragmatismo, enseñando ambos cómo debería estructurarse un partido socialdemócrata y para qué.
Todos los que en los años cuarenta del siglo pasado estudiábamos leyes nos encontramos con un maestro que enseñaba filosofía y, al mismo tiempo, las instituciones y los objetivos de la democracia costarricense. “Es un sistema político que tenemos que establecer porque todavía estamos en los albores, un sistema que necesita que el ciudadano lo defienda permanentemente”, nos decía con insistencia Rodrigo Facio cuando comenzó a formar grupos de adoctrinamiento y compromiso.
Hace más de cuarenta años, en semblanzas que escribí de los dirigentes históricos del Partido Liberación Nacional, manifesté: “Rodrigo Facio fue el precursor, el intelectual que lanzó las primeras ideas conceptuales sobre el socialismo democrático en Costa Rica; el hombre de estudios preocupado por encontrar el fundamento ideológico para un partido político orientado hacia la construcción de una democracia social en nuestro país.
”Organizó grupos, señaló caminos, llegando a ser el líder natural de la juventud pensante en nuestro país. Fue una luz, un faro que orientó en época de total oscuridad. Denunció la política maliciosa, el fraude electoral tras el cual se pretendía ocultar una democracia que no terminaba de aparecer en su verdadera dimensión.
”Fue un hombre que, muy joven, se plantó a mitad del camino de la patria y dijo: ‘A partir de ahora lucharemos por los verdaderos derechos y las libertades del pueblo costarricense’. Sin aspavientos, sin demagogia, con la clara serenidad de un ciudadano convencido de lo que hay que hacer y cómo hacerlo.
”En el momento en que el fraude electoral apareció en toda su verdadera dimensión de estafa popular, cuando solamente el camino de la lucha armada se presentaba como solución única, la tierra de labranza estaba preparada. Sin Rodrigo Facio, posiblemente, no hubiera existido un contenido ideológico fuerte que le diera consistencia y valor al brazo armado del pueblo. José Figueres tuvo la fortuna de encontrar un campo debidamente roturado para depositar la semilla”.
Reformismo democrático. De las montañas del sur, Figueres bajó triunfante de una revolución armada; lo primero que dijo fue: “Esta revolución se ha llevado a cabo para que se respete, a partir de ahora, el derecho que tiene el pueblo a elegir libremente a sus gobernantes, y después para hacer, dentro de la institucionalidad, todo lo que sea necesario según las posibilidades del momento”. El reformismo democrático así diseñado y puesto en práctica demostró ser el único camino de la auténtica revolución para el bienestar de los pueblos.
En un célebre ensayo que publicó Víctor Hugo en 1867, definió con exactitud qué es un estadista: “El que sabe exactamente la cantidad de porvenir que es posible introducir en el presente; ahí reside todo el secreto de un gran gobierno. Poned porvenir en todo los que hacéis, cuidando tan solo en medir su dosis”. Este fue también el planteamiento político de José Figueres.
A don Pepe le ofrecieron la dictadura en dos ocasiones. La primera, a los pocos días de triunfar la revolución, cuando sectores poderosos que lo habían apoyado le pidieron que tomara el poder indefinidamente, que no entregara la presidencia a Otilio Ulate y que anulara las conquistas sociales de Calderón Guardia; y la segunda, cuando perdió Liberación Nacional las elecciones por primera vez en 1958, y sectores radicales de izquierda le propusieron no entregar el poder a Mario Echandi porque era propicia la ocasión para hacerlo todo de una vez y no permitir que un político de extrema derecha llegara a la presidencia de la República con la posibilidad de anular toda la obra revolucionaria de la Junta de Gobierno y lo que se había logrado en su administración de 1953 a 1958.
A unos y a otros Figueres les contestó, tal vez recordando las célebres palabras del sabio Solón en la antigua Grecia cuando le hicieron propuesta igual: “A la dictadura es fácil entrar, lo difícil es salir”.
En una conversación posterior con el Directorio del Partido, don Pepe nos aclaró que si Mario Echandi había ganado era porque algo en la dirección liberacionista había fallado. Tenemos que estudiar y rectificar. Pero siempre teniendo presente que el único camino que conduce a la democracia es el procedimiento democrático.
Detonante. Recuerdo aquellos centros de estudio, de discusión constante durante ocho años consecutivos, en la universidad, en las luchas callejeras de protesta y denuncia, en las casas particulares, en el partido socialdemócrata que se fundó después y en el entusiasmo de sus dirigentes visitando pueblos en todo el país anunciando el nuevo partido; estudiantes, profesores y políticos unidos por la justicia, por la libertad y los derechos, y al final, Figueres que encabezaba la lista de diputados del partido cuyas elecciones el gobierno anuló y el asesinato del doctor Valverde Vega, todo lo cual encendió el detonador para lo que sucedió después.
Fue cuando Figueres manifestó: “Si no aceptan razones ni respetan el voto popular ni la vida de los ciudadanos. la respuesta la doy con el disparo de un fusil desde las montañas del sur”. Que fue cuando terminó el fraude y el crimen desde el poder y comenzó la democracia.
Leyendo ahora el diario La Nación y el Semanario Universidad, me entero de que la pobreza de nuestro pueblo continúa aumentando y que los plaguicidas para desyerbar contienen veneno letal que ha causado la muerte a 2.000 jornaleros guanacastecos en los últimos años, lo que obliga a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) a destinar $32 millones al año para atender a pacientes que deben recibir diálisis y hemodiálisis esperando un trasplante de riñón.
La CCSS atiende a 855 pacientes de esta enfermedad crónica del riñón, “esperando la muerte a mediano plazo”, según informe de dicha institución. Mientras tanto, funcionarios del actual gobierno repiten lo que se ha dicho durante veinte años, que se debe llegar a un consenso para no disgustar a nadie.
Pienso, entonces, en mi Partido Liberación Nacional, en el partido de Rodrigo Facio, de José Figueres, y de los cientos de costarricenses que murieron por defender la democracia de nuestro país.
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¿No es que siempre habíamos dicho que nuestra lucha consistía en terminar con la pobreza y en preservar la salud y la vida del pueblo? ¿No fue eso lo que juramos? Entonces, por qué guardamos silencio sabiendo que 2.000 jornaleros costarricenses han muerto porque no quisimos molestar a nadie y 855 esperan desesperados la muerte porque nuestros dirigentes políticos se niegan a reconocer que es un delito importar y vender un plaguicida que enferma y mata al pueblo.
Si un partido socialdemócrata perdió sus virtudes a lo largo del tiempo, siempre puede levantarse otra vez proponiendo las reformas que las circunstancias permitan. Volvamos a encontrar el camino. Reformar es legislar. Legislemos, pero siempre mirando hacia abajo, hacia el pueblo.
El autor es abogado.