Costa Rica fue invitada a finales de 2024 a formar parte del Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), que representa el 15 % del PIB mundial con un mercado de 500 millones de personas e integra a Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y el Reino Unido.
También fue invitada a incorporarse a la Alianza del Pacífico (AP), compuesta por Chile, Colombia, México y Perú, un mercado de unos 230 millones de habitantes y que genera el 2,5 % del PIB global. Este acuerdo propone una liberalización integral de bienes, servicios, capitales y personas. Tres de sus miembros participan también en el CPTPP.
Costa Rica ya mantiene acuerdos comerciales con seis de esos países: Canadá, Chile, México, Perú, el Reino Unido y Colombia.
Tales invitaciones se enmarcan en una trayectoria de apertura económica iniciada con la adhesión al GATT y posteriormente a la OMC, fortalecida mediante diversos acuerdos preferenciales de comercio.
El TLC y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea consolidaron esta liberalización. Actualmente, el arancel promedio general es del 3,05 % y el ponderado por comercio alcanza el 1,36 %. Solo algunos productos agropecuarios mantienen una protección más alta bajo circunstancias especiales.
El protocolo de adhesión al CPTPP acaba de ser puesto en práctica con la incorporación reciente del Reino Unido. Los textos normativos deben ser aceptados en su totalidad, lo que incluye compromisos en compras del gobierno, propiedad intelectual, derechos laborales, medioambiente y comercio digital.
El acceso a mercados se negocia bilateralmente con cada miembro, lo que significa que Costa Rica deberá ofrecer concesiones equivalentes a las que recibe. Si los otros miembros consideran que el país protege en exceso sus sectores sensibles, podrían limitar el acceso preferencial a sus propios mercados.
Aunque no se tiene confirmación, es muy probable que el proceso sea similar para la AP. Productos pendientes de desgravación con otros miembros y tratados, como lácteos, azúcar, carnes y hortalizas, entrarían en la negociación.
Cabe señalar que los países aspirantes pueden negociar acuerdos paralelos bilaterales con los miembros actuales del tratado para abordar preocupaciones específicas o cuestiones sensibles. Estos acuerdos, que son independientes del texto principal pero compatibles con sus principios, permiten resolver asuntos particulares que podrían dificultar la aprobación de la membrecía del solicitante. Un ejemplo concreto es la exclusión de productos sensibles o plazos mayores de desgravación arancelaria.
La incorporación al CPTPP prevé la liberalización del comercio con cinco economías con las que previamente Costa Rica no tenía acuerdos preferentes: Australia, un mercado con alto poder adquisitivo e industria y agricultura competitivas; Japón, tercera economía más grande del mundo; Malasia, centro manufacturero y tecnológico del sudeste asiático; Nueva Zelanda, economía agrícola sumamente productiva; y Vietnam, una de las economías de más rápido crecimiento en Asia.
Uno de los mayores beneficios del CPTPP es la posibilidad de fortalecer la participación de Costa Rica en cadenas globales de valor, especialmente de alta tecnología, como los circuitos integrados y la manufactura de alta tecnología.
La industria de dispositivos médicos y electrónicos es uno de los pilares de las exportaciones costarricenses y de la inversión que recibe el país. La adhesión al CPTPP nos consolidaría como un nodo esencial en las cadenas de suministro tecnológico con países de la región Asia-Pacífico.
Además, el CPTPP establece compromisos regulatorios más estrictos en propiedad intelectual, con disposiciones que protegen patentes, derechos de autor y marcas comerciales. Estas medidas procuran asegurar que los países miembros fomenten la innovación y atraigan inversión extranjera directa. Para Costa Rica, es una oportunidad para modernizar su marco legal y fortalecer la seguridad jurídica para las empresas, algo crucial con vistas a atraer inversiones en alta tecnología.
Otro aspecto del CPTPP es su sistema de solución de diferencias entre miembros, porque ofrece una alternativa confiable —al menos con los miembros del bloque— al modelo de resolución de la Organización Mundial del Comercio, paralizado en estos momentos debido a la negativa de varios países a nombrar miembros del órgano de apelación.
La posibilidad de contar con un mecanismo eficaz para resolver conflictos comerciales dentro de este bloque brinda certeza a los exportadores e inversionistas.
El sector agropecuario costarricense enfrenta grandes desafíos si se adhiere al CPTPP y a la AP, particularmente debido a la apertura comercial con Australia, Nueva Zelanda y Vietnam, así como la profundización de la liberalización con aquellos países donde ya existen acuerdos preferentes, entre ellos Colombia y Perú.
La eliminación de aranceles ejercerá una presión significativa sobre productos sensibles como arroz, azúcar, lácteos, carne bovina, hortalizas y café, que gozan de protección arancelaria. Algunos de esos países son productores muy eficientes, con economías de escala y sistemas de producción tecnificados y, por tanto, ofrecen precios más competitivos.
En lo que respecta al CPTPP, las oportunidades comerciales para las exportaciones nacionales, especialmente de productos perecederos, son limitadas por factores logísticos y geográficos. La lejanía de los mercados de Asia y Oceanía implica costos elevados de transporte y tiempos de entrega prolongados. Por ende, aunque el CPTPP garantiza el acceso preferencial a tales mercados, los beneficios de las reducciones arancelarias se verán mermados por la distancia.
Para mitigar estos efectos, es fundamental que el gobierno y el sector privado trabajen en conjunto en mejorar la infraestructura logística y aumentar la eficiencia de la cadena de suministro. Inversiones obvias son necesarias en el puerto de Caldera, carreteras y tecnologías de transporte y conservación, que podrían ayudar a superar algunos desafíos. Además, se deben fortalecer los programas de apoyo para los productores y exportadores agropecuarios, con el fin de que consoliden una oferta exportable que llegue a esos mercados.
Víctor Umaña es economista agrícola. Realizó sus estudios de posgrado en Economía Política Internacional en la Universidad de Berna y el ETH de Zúrich, Suiza. Es consultor internacional en comercio internacional, competitividad y desarrollo sostenible.
