FIRMAS PRESS.- En sus primeros 100 días en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha causado un sismo económico y político que sacudió a Estados Unidos y muchos otros países.
Estos primeros 100 días del segundo mandato de Trump han dejado una huella nociva en la política y la economía estadounidense. Ha estado gobernando prácticamente por decreto, con más de 140 órdenes ejecutivas firmadas desde que regresó a la Oficina Oval, que constituyen un récord en la historia de Estados Unidos. Ni siquiera el presidente Franklin D. Roosevelt, quien en 1933 tomó el timón del país con el firme propósito de salvarlo de la Gran Depresión, firmó tantos decretos en sus primeros 100 días en la Casa Blanca: fueron 99 frente a los 143 del presidente actual en el momento en que escribo esta columna.
En los tres meses pasados, Trump ha impuesto medidas arancelarias agresivas, una política de inmigración que en no pocos casos viola normas constitucionales e ignora los derechos humanos, y respuestas polémicas a crisis internacionales, como las de Gaza y Ucrania. Los resultados son preocupantes.
En el frente económico, los aranceles que Trump implementó contra China, México y la Unión Europea han tenido un efecto inmediato y negativo. Aunque Trump justificó los aranceles como un esfuerzo para “proteger a los trabajadores estadounidenses”, la realidad es que el producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos se contrajo un 0,3 por ciento en el primer trimestre de 2025, la primera contracción desde principios de 2022. Sectores como el agrícola y el manufacturero han sufrido golpes severos y afrontan represalias de otros países y disminución de la demanda de sus productos en el extranjero.
Los precios de los productos básicos, además, han subido. Alimentos, bienes de consumo diario y materiales de construcción han tenido incrementos de entre 8 y 15 por ciento, un alza que afecta especialmente a las familias trabajadoras y de clase media. Trump insiste en que estas subidas son “temporales” y que forman parte del “ajuste necesario para recuperar la grandeza económica”, pero para millones de estadounidenses que viven el aumento de precios en sus compras semanales, las promesas a largo plazo suenan vacías.
En el terreno de la inmigración, Trump ha implementado sus políticas más restrictivas. Era de esperar: lo prometió en su campaña electoral y en su primer mandato también la emprendió contra los inmigrantes indocumentados y separó familias en la frontera. Algunas de esas familias separadas todavía no se han reunido, y algunas probablemente nunca lo harán.
La intensificación de las deportaciones expeditas y nuevas restricciones al asilo han generado una ola de críticas nacionales e internacionales y han sembrado el terror entre la población inmigrante. Y no solo entre los indocumentados: inmigrantes con sus papeles en regla han sido detenidos por los agentes del temible ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, en muchas ocasiones por error o por arbitrariedad.
Los defensores de los derechos humanos advierten de que Estados Unidos ha perdido su condición de refugio para quienes huyen de la violencia y la persecución. Las palabras del poema El nuevo coloso, de Emma Lazarus, “dadme a vuestros cansados, a vuestros pobres, a vuestras masas hacinadas que anhelan respirar en libertad”, grabadas en la base de la Estatua de la Libertad en Nueva York, no tienen vigencia en la administración de Trump.
En política exterior, la actitud del inquilino de la Casa Blanca también ha sido controvertida y no ha producido los resultados prometidos. No ha conseguido frenar, ni siquiera paliar, la crisis en Gaza, que ha dejado más de 50.000 muertos entre la población palestina, muchos de ellos mujeres y niños, lo que ha dado lugar a que las protestas en defensa de los palestinos aumenten, mientras se pisotean los derechos de manifestantes que son residentes legales de Estados Unidos, y se chantajea a universidades con la suspensión de fondos federales.
Respecto a Ucrania, Trump ha reducido el apoyo militar y económico estadounidense, argumentando que “Europa debe hacer más”, una postura que debilita la resistencia ucraniana a la agresión rusa y trastorna las alianzas tradicionales de Washington.
Los primeros 100 días de Trump han estado marcados por un enfoque nacionalista y de confrontación constante que ha producido más incertidumbre y rechazo que seguridad y prosperidad. Sus controvertidos decretos le están costando caro: su índice de aprobación se ha desplomado a un 41 por ciento, el más bajo en los primeros 100 días de cualquier presidente en siete décadas, desde al menos Dwight D. Eisenhower. Solo el 22 por ciento afirma que aprueba firmemente la gestión del polémico mandatario.
Para mantener el apoyo de su base electoral, Trump apuesta por una imagen de líder fuerte que persigue a inmigrantes criminales e intenta devolver al país a una “edad de oro” que solo existe en su imaginación. Pero ya está alienando a gran parte del electorado, incluso a muchos que votaron por él y que ahora se arrepienten de haberle dado su voto.
Si estos 100 días son un avance de lo que viene, Estados Unidos enfrenta más polarización, más turbulencias y más descontento, a menos que ocurra el milagro de que Trump rectifique y cambie de rumbo.
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son El ocaso y La espada macedonia, publicadas por Mundiediciones.
