Este mes de abril se cumplen 117 años del nacimiento del más grande científico que ha tenido la región centroamericana, el doctor Clodomiro Picado. Debido a su trascendental legado, me permito, en forma respetuosa, describir brevemente sus principales aportes a la vida nacional y sus conocimientos científicos.
Clorito (como cariñosamente se le conoce) nació en San Marcos, Nicaragua, el 17 de abril de 1887, y en 1890 se trasladó con su familia a la ciudad de Cartago, Costa Rica. En 1906 obtiene el diploma de bachiller en el Liceo de Costa Rica, y al año siguiente viaja a París becado por el gobierno de Costa Rica; en 1909 y 1912 obtiene el diploma de Estudios Superiores de Zoología y Botánica, respectivamente. En 1913 recibe el grado de doctor en Ciencias de la Universidad de París; posteriormente es admitido en el Instituto Pasteur y el Instituto de Medicina Colonial en París. En estos centros académicos compartió con los mejores investigadores de la época, lo que le permitió adquirir grandes experiencias en el mundo de las ciencias.
Enorme sabiduría. En 1914 regresa a Costa Rica y es nombrado director del Laboratorio de Análisis Clínico del Hospital San Juan de Dios; este lugar se convirtió en la sede de sus experimentos y en la expansión de su enorme sabiduría. En el período de 1914 a 1944 (año de su muerte), el doctor Picado profundizó en temas muy heterogéneos y produjo 73 trabajos experimentales que fueron publicados en revistas de prestigio internacional, tanto en América como en el Continente Europeo. Entre los trabajos más importantes –aunque todos lo son– podemos citar Las bromeliáceas epifitas como medio biológico, La vacunación contra la senectud precoz, Biología hematológica, Investigaciones sobre la fisiología tiroidea, Serpientes venenosas de Costa Rica y Hongos fitopatológicos. A los anteriores se suman Mimetismo en animales de Costa Rica, El agua de coco, Tórsalos bovinos, Tratamiento de la malaria con cedrina, Tratamiento de la viruela, Inmunología, Procesamiento de la broza del café y Microbiología doméstica, además de realizar los primeros análisis de aguas en el río Tiribí y en el Acueducto de San José. Para que el estimado lector tenga una idea de su gran legado, es importante aclarar que sus obras completas fueron publicadas en 1988, en seis volúmenes, por la Editorial Tecnológica de Costa Rica.
Por otro lado, mención aparte merecen sus intervenciones en la prensa debido a que, a diferencia de otros hombres de ciencia que encerrados en sus laboratorios se abstraen de la realidad, Clorito fue un agudo crítico de los hechos y situaciones que vivía nuestro pueblo. La prensa nacional fue el vehículo por el que manifestó sus opiniones sobre educación, salud, higiene pública, política y economía a través de 147 artículos publicados entre 1920 y 1944. En este sentido, a ocho días de su propia muerte, la profesora Emma Gamboa, quien dirigía la revista ANDE, entrevistó al doctor Picado. En el artículo se refirió a sus experimentos con el hongo Penicillum, en el cual aisló y describió una sustancia que resultaba venenosa para otros microorganismos; este trabajo fue publicado en 1927 en Francia.
Sencillo método. Más tarde, en 1929, el doctor Alexander Fleming describió la destrucción de las bacterias por este mismo género de hongos y en 1949 recibe el Premio Nobel por su descubrimiento. En este mismo artículo, Clorito se refirió al método utilizado en sus investigaciones e indicó: “Oh, es muy sencillo, Ver. Eso es: Ver y dudar, escrutar. A las tablas de la ley les falta el undécimo mandamiento: Desconfiar de sí mismo y del prójimo. Condición esencial en un trabajo es no creer que la primera cosa que uno encuentra es la verdad. La verdad es temporal. Lo que hoy parece cierto puede ser cambiado mañana a la luz de descubrimientos nuevos...”.
Por último, para efectos de justicia, es importante reconocer la labor realizada por los doctores Alfonso Trejos W. y Róger Bolaños, discípulos de Clorito, debido a que lograron mantener y transmitir la escuela científica del doctor Picado y contar, gracias a su labor y la de otros destacados profesionales, con una prestigiosa Facultad de Microbiología y el Instituto Clodomiro Picado.
¡Honor a quien honor merece!