En varios artículos recientes,La Nación nos informa sobre el tema de la Aduana. El 27 de diciembre, habla sobre el Ministerio de Cultura, Juventud y Deporte (MCJD), dice que no se ha llegado a una solución sobre el destino de este activo patrimonial. Sí está claro que no van a seguir con lo planteado en la Administración anterior. Otro reportaje nos habla del proyecto de un arquitecto español –al cual el BID pagó una asesoría– que propone hacer en la Aduana el “Museo del Caos”. Costaría la bicoca de $42 millones: ¡la voló!; es como un chiste de mal gusto. Por último, el 6 de enero, se informa que ya saben qué hacer allí, se iniciarán las obras en febrero y contamos con ¢1.085 millones para gastar en ellas; empezará con un reforzamiento para que a esa bodega de 115 años no se la lleve el viento, esto costará ¢205 millones; pero no se dice si existe un proyecto integral para el sitio histórico y no especifican que el Teatro de la Aduana debe quedarse donde está.
Mientras tanto, el Grupo de Defensores de la Aduana sigue esperando que la Ministra lo reciba, para plantearle posibles soluciones ofrecidas ad honórem por profesionales reconocidos. ¡Por lo menos que escucharan lo que se les ofrece!, pero los de ese grupo somos ticos y eso pareciera que nos descalifica. El malinchismo en Costa Rica es execrable; desapareceremos como pueblo singular si seguimos con la costumbrita de no valorar lo propio y con la “serruchada de piso” entre conciudadanos. No se sabe cuánto se pagó al español. ¿Se pagaría a un tico que propusiera para la Aduana el museo de la corrupción o la estulticia? Recibiría una “choteada” muy merecida. En este caso, el extranjero ganó una suma que se agrega a la plata que ya se ha gastado. Y así las cosas, aún la Aduana no ha sido devuelta a la Oficina de Patrimonio, tal como fue recomendado por la Defensoría.
“Topadores” desconocidos. Entretanto los “delincuentes urbanísticos” roban cada día aceras enteras de losas de piedra que son vendidas a clientes que nadie sabe ni averigua quiénes son. Nos quitan hasta el suelo donde pisamos y hasta el modo de andar, que tiene que ser cada vez más cuidadoso debido a las condiciones de fealdad, impotencia, y vandalismo que son nuestra realidad hoy.
El Alcalde quiere repoblar San José. Deben mejorarse las despachadoras condiciones actuales En Amón reinan los travestís en la calle y ni las prostitutas pueden acercarse. En los alrededores del Parque Morazán hay una especie de “zona floja”, donde se llegó al colmo de planear un puente peatonal privado entre un bar y un hotel usando el espacio público aéreo. Fue un acierto de don Johny Araya haber ejercido el derecho a vetar el permiso que el Concejo dio, en su ausencia, para construir esta cachetada a la ciudadanía, a pesar de los estudios de Urbanismo y del Departamento Legal, que no recomendaron el absurdo proyecto. Lo lamentable es que el Concejo no ratificó el oportuno veto y habrá que ir a juicio. De momento se detuvo.
Absurdos y más absurdos. Como esas bancas corridas del Parque Morazán y otros, donde nadie se sienta… ¡dan la cara a los carros!, ¿quién se quiere sentar en un parque a ver los carros? ¡Pero sí quitaron los poyos que había alrededor del Monumento Nacional!
Todo esto y mucho más nos informa de la falta de criterio y del desorden interinstitucional que prima en muchas de las intervenciones urbanísticas en esta querida capital. Es urgente una mayor calidad de comunicación, a todo nivel, para tratar de evitar nuevos absurdos y carísimos errores.