Todos tenemos sueños. Que gane el equipo de nuestros amores, que logre muchos saludos matutinos, que el dólar suba, que cometa menos errores, que el amor me siga sonriendo en la cara, que los hijos crezcan siendo buenos.
A medida que nos hacemos mayores, esos sueños se van haciendo menos, más poderosos pero más humanos y sencillos de cumplir. Aunque el idealismo nos invada, soñar es vivir.
Yo aún sueño con la paz en todos los corazones y rincones del mundo. Sueño con noticias positivas y que la gente sea más cuerda. Sueño con que se derroten los malos pensamientos y que hacer el bien sea el propósito para el 2026 de todos. Sueño con que, en febrero, haya un voto consciente para que gane el que le haga mejor a Costa Rica.
Sueño que me publiquen esta carta que escribí casi soñando a las 5 de la mañana antes de salir a hacer el trabajo que me toca para poder seguir soñando.
Gustavo Halsband Leverato, San José
Irrespeto de Simán
Como cliente de Simán, quise aprovechar una oferta anunciada en su propia página web para clientes de la tarjeta Credisimán. Compré dos obsequios para mi familia. El proceso fue impecable: recibí las notificaciones de las compras, la confirmación de los pedidos y la fecha de entrega en la sucursal seleccionada. De todo lo anterior, conservo los comprobantes respectivos.
Sin embargo, días después se me indicó por correo que los artículos no serían entregados y que la orden había sido cancelada, sin mayor explicación que un escueto “No pudimos procesar tu pedido”. No hubo disculpa, ni aclaración por un eventual error en la oferta publicada, ni un mínimo gesto de responsabilidad hacia el cliente. Para completar, se indicó que el reembolso podría tardar hasta 30 días.
Como consumidor, siempre confié en la seriedad que Simán decía representar. Lamento descubrir que esa confianza fue, al parecer, un espejismo que encubre un profundo irrespeto hacia quienes compramos de buena fe. Ojalá instancias como el MEIC analicen este tipo de prácticas.
Qué ironía: en plena época de Navidad, a Simán se le olvidó que los compromisos también se cumplen.
Pablo Guerén Catepillán, Tibás
Religión y política
El papel de la Iglesia católica en la vida pública costarricense vuelve a estar en discusión a raíz de dos hechos recientes: la subasta de frecuencias convocada por Sutel y los mensajes de la Conferencia Episcopal.
La posible salida de varias emisoras católicas del espectro, debido a los costos y requisitos del nuevo proceso, plantea más que un debate técnico. Afecta la diversidad de voces y el lugar histórico que ciertos medios han ocupado en la vida cultural y comunitaria del país.
Paralelamente, los llamados a la ética y el bien común, hechos por la Iglesia a los actores políticos, recuerdan su influencia en momentos electorales. No es una intervención nueva. Sin embargo, invita a reflexionar sobre cómo equilibrar la libertad religiosa, la expresión pública y la independencia del debate político.
El desafío no está en limitar a la Iglesia ni en otorgarle privilegios, sino en asegurar que todas las voces, religiosas y laicas, tengan un acceso justo tanto al espacio mediático como al diálogo democrático.
Costa Rica tiene la oportunidad de revisar estos temas sin polarización y con la madurez que exige un país diverso.
Jowar Torres Ruiz, Cuatro Reinas de Tibás
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