Me da muchísima tristeza ver cómo nuestras preciadas tradiciones navideñas van siendo sepultadas por la copia barata, comercial, que nos imponen los negocios y también las instituciones en todo el país. Ahora, en todo lado sobresalen las imágenes de “Santa”, los renos, los paisajes de nieve, y por ningún lado se ven los preciados pasitos navideños. Antes, el Teatro Nacional promovía un concurso con un premio para el mejor pasito. Ahora, las municipalidades gastan sumas millonarias en adornar los parques con luces que forman imágenes de Santa, renos, muñecos de nieve, etcétera.
La Navidad celebra y conmemora el nacimiento de lo que, en mi infancia, llamábamos el Niñito Dios. Hoy, comercio e instituciones celebran al Mamón o Mammón, un término arameo que significa riqueza o posesiones materiales, pero también se personifica como un demonio de la avaricia y la riqueza en la tradición judeo-cristiana, al representar el amor desordenado por el dinero que compite con el amor a Dios.
Jesús enseña que no se puede servir a la vez a Dios y al dinero, pues la avaricia es una forma de idolatría.
Habib Succar Guzmán, Zapote
Un viacrucis de cinco días yendo y viniendo
Desde 1986 padezco artritis reumatoide y, al amparo de la Ley 7600, en 2020 se me aprobó la exoneración de impuestos para la adquisición de un vehículo, el que mejor se adaptara a esa condición.
Este año, al ir a cancelar el marchamo, veo que el rubro del impuesto a la propiedad no se reconoce como parte de esa exoneración, aunque en años anteriores sí. Y aquí empieza el viacrucis.
Me apersono al Ministerio de Hacienda en Heredia y un anuncio en la entrada dice que debo dirigirme en primer lugar al NAF ¿?, ubicado la Universidad Nacional, sede Lagunilla. Como exfuncionario de la UNA, esto me sorprende, porque ¿qué tiene que ver esta entidad con el pago del marchamo? Por si las dudas, fui y, obviamente, nada que ver.
Opto por la opción de visitar la sede de Hacienda en Alajuela, escrita en el anuncio del portón en Heredia. De ahí me envían a San José, a la Oficina de Hacienda de la avenida San Martín. El funcionario que me atiende me dice que hay como cuatro casos, que es un error, y entonces me remite a la agencia de la Toyota en la Uruca. Ahí revisan y revisan papeles, para no llegar a nada y, de nuevo, me dice el empleado que debo ir a San Martín. Aparezco en San Martín y esta vez me mandan al Registro de la Propiedad, en Zapote. ¡Cinco días en esto! Cuando intenté ser atendido por teléfono, me situaron dos veces en el puesto 46 y en el 42. ¿Qué me tocó hacer? Contratar abogados que me ayuden a que mis derechos se respeten según la Ley 7600.
Luis Nelson Arroyo González, San Pablo de Heredia
Imprudencia de los conductores
A diario ocurren accidentes de tránsito en nuestras carreteras, en su mayoría ocasionados por la imprudencia de los conductores y, muchas veces, por el exceso de velocidad.
Es urgente implementar tecnología –como detectores de velocidad, cámaras y otros sistemas– que obligue a los conductores a respetar las normas y a manejar como corresponde.
No solo se excede la velocidad; muchos conducen mientras ven el celular, se parquean en lugares prohibidos y no respetan las señales de tránsito. Esta combinación de malas prácticas pone en riesgo la vida de todos.
Solo con una vigilancia constante mediante cámaras, el uso adecuado de la tecnología y una labor más eficiente de los oficiales de Tránsito –quienes, lamentablemente, pocas veces se ven en las carreteras, salvo cuando ocurre un grave accidente– se podrá enfrentar la forma irresponsable en que se comporta una parte considerable de los conductores en nuestro país.
Lidieth Murillo Madriz, Cartago
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