El llamado que hizo el defensor de los habitantes saliente, Rodrigo Alberto Carazo, acerca de los retrasos que afectan el proceso judicial sobre el Banco Anglo, debe considerarse como una alerta nacional.
La posibilidad de que los responsables del más grave descalabro bancario de la historia costarricense queden impunes ha sido reiterada por la prensa, abogados, políticos y funcionarios judiciales. Pero el temor de que ello ocurra sigue latente.
El tiempo pasa y no se observan avances sustanciales en los diferentes ámbitos en que el caso se investiga. De este estancamiento de los procesos político y judicial, son responsables todos los poderes del Estado: el Judicial, el Ejecutivo y el Legislativo.
Muy pobres han sido las actuaciones de la Fiscalía; muy poco interés ha mostrado el gobierno de José María Figueres en que sus diputados apoyen la discusión de los informes de la comisión que investigó el affaire del Anglo, mientras que entre los parlamentarios lo que prevalece es el interés político-electoral.
Igual que ha sucedido con muchos otros informes de comisiones especiales, es probable que los relacionados con el Anglo pasen a engrosar los archivos del Congreso. Paralelamente, el riesgo de que al final se imponga el trueque político entre los dos partidos mayoritarios, es cada vez mayor.
Lamentablemente, esta opción cobró fuerza con la creación de la comisión sobre el narcotráfico. Porque si a la Unidad Social Cristiana no le interesa que se arme un escándalo mayor sobre el involucramiento de miembros de su partido en el escándalo del Anglo, a Liberación Nacional le conviene minimizar la participación de dirigentes suyos en situaciones delictivas relacionadas con el tráfico de drogas.
El encontrarnos en un año de campaña electoral alimenta las posibilidades de que, sobre ambos temas, las principales fracciones posterguen, alarguen o atenúen su impacto sobre los votantes de los próximos comicios.
Y de nuevo las víctimas seremos todos los demás costarricenses, para quienes si la justicia y el juicio político no se imponen, el golpe moral sería mortal.