Washington. AFP. Los comandantes del Ejército estadounidense en Iraq no creen que la violencia entre las comunidades chiita y sunita pueda transformarse en una guerra civil, afirmó ayer un responsable del Pentágono.
"Los extremistas intentan promover una guerra civil. Pero no creemos que eso suceda. No creemos que tengan éxito", dijo Peter Rodman, subsecretario de Defensa encargado de asuntos de seguridad internacional.
"No solo no creo que haya una guerra civil sino que además no creo que logren alterar el proceso político" instalado tras las elecciones del pasado diciembre, añadió.
Según el responsable del Pentágono, las fuerzas de seguridad iraquíes no muestran señales de divisiones y ahora intentan recuperar el orden, después de la violencia religiosa que se desató tras el atentado el miércoles contra un mausoleo en Samarra (270 km al norte de Bagdad), uno de los más importantes lugares sagrados del Islam chiita.
La destrucción del mausoleo en Samarra, enclave sunita, desencadenó represalias contra esa comunidad y una violencia entre partidarios de una y otra confesión que se saldó con más de 130 muertos.
Para Rodman el estallido de violencia es el desafío más importante que tienen los estadounidenses tras el asesinato de un jefe chiita en agosto del 2003, Mohamad Baqer al-Hakim, en Nayaf.
Un elemento clave será si se reanudan las negociaciones para formar un nuevo gobierno, interrumpidas tras el atentado, dijo.
Rodman realizó las declaraciones luego de que el Pentágono presentó al Congreso un informe trimestral sobre la situación en Iraq en el que se afirma que los "grupos terroristas no han logrado generar un conflicto religioso, pese a que seguramente sea uno de sus objetivos".