San Carlos de Nicaragua . Veinte años después de que atacaron por última vez, los “chayules”, mosquitos de color verde claro que se reproducen en el lago de Nicaragua, han reaparecido en este puerto y ahora amenazan con extenderse a la vecina población costarricense de Los Chiles.
La plaga, de enormes dimensiones, tiene agobiados a los habitantes de San Carlos cabecera del departamento de Río San Juan y en dificultades económicas al sector comercial.
Este panorama lo comprobó, la semana anterior, La Nación .
Los insectos están por todas partes durante las 24 horas del día, pero su presencia es más notoria durante la noche y madrugada cuando son atraídos por las luces del sistema de alumbrado público.
Aunque no pican, al morir se descomponen y causan una pestilencia insoportable, que se percibe con más fuerza en los alrededores del mercado local, lo que aleja a los compradores.
Los dueños de restaurantes y centros de reunión nocturna se quejaron de ser víctimas de una drástica merma en sus ingresos, que algunos estimaron hasta en un 60 por ciento.
"Son muy pocos los que llegan a comer o a bailar y entonces no nos queda otra alternativa que cerrar antes del horario acostumbrado", dijo el comerciante Santos Mendoza.
Trastorno general
Las inmensas nubes de insectos también han alterado la vida de los lugareños que se han visto obligados a mantener cerradas las puertas y ventanas de sus casas para evitar su ingreso. Aún así, no lo consiguen del todo, pues los "chayules", de un tamaño similar al mosquito que transmite la malaria, son muy difíciles de controlar.
Para salir a la calle, sobre todo a partir de las 5 p. m., los vecinos deben cubrir su boca y nariz con pañuelos, y colocarse tapones de algodón en los oídos.
Abrir la boca sin ninguna protección es exponerse a tragar, involuntariamente, "tan indeseable comida", como advirtió Juan Potoy, con 25 años de vivir en San Carlos.
Para tratar de erradicar la peste, trabajadores de la oficina regional del Ministerio de Salud Pública nicarag,ense fumigan durante las noches. Esta acción explica por qué, a la mañana siguiente, las calles y aceras muestran un verde intenso, como si se hubieran colocado alfombras de ese color.
Desde las 6 a. m., mujeres, niños y jóvenes se dan a la tarea, armados con escobas, cepillos y recipientes como estañones de regular tamaño, de recoger los miles de "bichitos muertos", como los llama la escolar Rosita Rugama.
De lado costarricense, los comerciantes de Los Chiles están preocupados ante la posibilidad de que el problema se extienda a esta población, distante tan solo a 12 kilómetros de San Carlos.
Esa inquietud nace del hecho, de que las lanchas que transportan pasajeros y mercadería entre ambas localidades no están siendo fumigadas y el mosquito y sus larvas también pueden viajar en las embarcaciones.
Luis Guillermo Parini, director del hospital chileno, dijo que los "chayules" no causan ninguna enfermedad y que con la llegada del invierno es posible que desaparezcan.