Investigadores de la Universidad Nacional (UNA) estudiaron el estado de conservación de los árboles de El Tirol para así apoyar en las estrategias que pueden seguirse.
Decenas de estos árboles de ciprés fueron talados en febrero pasado por orden del Juzgado Agrario del Primer Circuito Judicial de Alajuela. Una vecina tenía una propiedad que colindaba con varios de estos cipreses y pidió la tala. Ella alegó que el viento y las raíces de los cipreses podían afectar sus bienes y poner en riesgo su vida.
Este fallo había dispuesto la tala de 65 árboles.
Cinco días después, la Sala Constitucional acogió un recurso de amparo interpuesto por vecinos de la zona e interpuso una medida cautelar que frenó la tala.
No obstante, no se tenían detalles del estado de conservación de los árboles, por lo que los científicos del Investigación y Servicios Forestales (Inisefor), de la UNA pusieron manos a la obra para determinarlo. Esto es especialmente importante, dado que varios árboles superan los 80 años de vida y se desconoce su estado de salud.
¿Qué encontraron? En resumen: el 56% de los árboles inventariados requiere atención técnica inmediata o monitoreo constante.
“La valoración del riesgo no busca justificar la tala, sino proponer un manejo responsable y técnicamente fundamentado que priorice la seguridad sin perder los beneficios ambientales de los árboles”, cita el informe.
El estudio de los árboles en detalle
El estudio contempló un tramo de 650 metros de la entrada de esta popular calle en San Rafael de Heredia. Las pesquisas se centraron principalmente en árboles de ciprés (Cupressus lusitanica) que fueron plantados densamente en las décadas de 1950 y 1960 como cortina rompevientos para la producción agropecuaria.
No obstante, el crecimiento urbano acelerado en la zona cambió el entorno, generó presiones sobre estos árboles y aumentó su interacción con personas, viviendas, vehículos y cableado eléctrico.
Isaac Meneses, ingeniero forestal del Inisefor, señaló que lo primero era evaluar el estado de las especies arbóreas y, a partir de ahí, determinar cuáles deberían removerse y cuáles no, pero deben de ser gestionados a través del tiempo.
Además, en aquellas áreas donde hay espacios sin arboledas, lo conveniente sería diseñar algún plan para introducir las especies de reemplazo.
Los científicos clasificaron 967 árboles mayores a 10 centímetros de diámetro a la altura del pecho (DAP). De estos árboles:
- El 41,68 % presenta una condición verde, es decir, en buen estado.
- El 33,09 % está muerto.
- El 9,4 % están vivos, pero suprimidos.
- El 7,23 % presenta una condición roja.
- El 6,72 % presenta una condición amarilla
- El 1,86 % fue desmochado y está muerto.
Los investigadores etiquetaron y marcaron 538 árboles vivos de ciprés con DAP > 30 cm. De ellos, 32 presentan 2-3 ejes, esto significa que hay potencial riesgo de fallo (caída) por la acumulación de humedad, materia orgánica o corteza incluida.
Posteriormente se realizó una evaluación visual de riesgo en los árboles censados. Gracias a ella se identificaron 135 árboles candidatos a la aplicación de una evaluación del riesgo del arbolado (TRAQ). Estos árboles fueron escogidos porque en ellos se identificaron factores como presencia de pudrición, evidencia de cavidades, ramas secas, grietas, copas reducidas, muerte regresiva y árboles con grados de inclinación importantes hacia viviendas y vía pública.
Finalmente, se seleccionó una muestra representativa de 45 árboles (20 rojos, 20 amarillos y 5 verdes) para realizar tomografías forestales con una tecnología de punta que permite observar el interior del tronco y detectar daños no visibles. Este último análisis corroboró la presencia de defectos internos significativos en varios individuos de las categorías roja y amarilla, lo cual justifica acciones preventivas de manejo para mitigar el riesgo y posteriormente el manejo del riesgo residual.
Fabricio Ballestero, ingeniero forestal del proyecto Tevu, que lleva años preocupado por la situación de estos árboles, explicó que la municipalidad de San Rafael de Heredia les solicitó el apoyo en este proceso, ante la necesidad de contar con atención especializada y tener claro el riesgo en la zona.
