“Yo siempre fui superactiva y todo giraba alrededor de mis piernas: caminaba mucho, hacía danza... Mi vida iba muy rápidamente, y, de pronto, tuve una pausa. Ahora quiero volver a todo lo que yo hacía, pero no es fácil”.
De esta forma, Andrea Moya trata de resumir lo que ha vivido desde la noche del 21 de abril del 2001, cuando un vehículo que iba contra vía hizo un giro y la atropelló junto a un amigo en el barrio La California, en San José.
Ella resultó con fracturas en ambas piernas, que la incapacitaron por ocho meses.
Además, le han practicado siete operaciones pues la cura de una de las piernas se complicó y requirió injertos, pines y tornillos.
Su vida se convirtió en una constante lucha contra el sistema para recibir la atención médica necesaria, y ahora está en procura de una indemnización.
Según relató, los 21 días de hospitalización y un año de atención en el albergue del INS consumieron la póliza de seguro obligatorio del vehículo que la arrolló. No alcanzó para la rehabilitación.
Pese a estar incapacitada, Andrea Moya fue despedida y, cuando llegó a tramitar la operación para que le sacaran los pines de una pierna, le respondieron que ya no tenía seguro social.
“Mi papá me dijo que yo no me podía quedar así e hizo el esfuerzo para poder pagarme un seguro voluntario”, relató.
Voluntad y familia
De esta manera, Andrea logró recibir la atención para las complicaciones que surgieron después.
“Yo solo buscaba lo que merecía porque no me le metí al carro; yo no busqué que me atropellasen”.
Aún con el yeso, Andrea trató de conseguir un trabajo, pero solo soportó cinco días debido al dolor.
De no haber sido por el apoyo emocional y económico de su familia y de un amigo fisioterapeuta, no hubiera podido salir adelante.
“Yo siempre estuve positiva. Desde el día en que abrí los ojos, me vi más allá. Esto me ayudó”.
El accidente, añade Andrea, le permite ahora valorar cada paso y cada respiro. Deja de planear el futuro para disfrutar el presente.
“También descubrí el mundo de las personas discapacitadas, mundo que para mí no existía”.
Mientras todo esto ocurría, el responsable del atropello nunca asomó la cara para saber cómo estaban los jóvenes afectados.
Aunque la causa penal por lesiones culposas está en espera de fecha de juicio, existen muchas dudas sobre el logro de una indemnización que la ayude a seguir rehabilitándose pues el acusado es un hombre joven, sin bienes y que paga pensión alimentaria.