Los costarricenses han puesto parte de sus esperanzas en las universidades públicas, pues la mitad de ellos considera que estas deben buscar soluciones a los problemas de los grupos más humildes.
Además, les piden contribuir con el desarrollo cultural y humanístico. A pesar de este papel, muchos creen que deberían cobrar menos a sus alumnos.
Así conciben a las universidades públicas la mayor parte de los costarricenses, según la encuesta de opinión realizada por la empresa Unimer Research International realizada para el Consejo Nacional de Rectores (Conare).
Para el estudio se entrevistó a 1.225 personas, entre 18 y 65 años. La encuesta tiene un margen de error de 2,8 puntos porcentuales y un nivel de confianza de 95 por ciento.
En él se determinó que la Universidad de Costa Rica (UCR) ocupa el primer lugar en las preferencias de los costarricenses (84,5 por ciento de las menciones), seguida por la Universidad Nacional (UNA), con un 45,1 por ciento.
A ellas les siguen tres universidades privadas: Latina, Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit) y Autónoma de Centroamércia (UACA) ( vea gráfico adjunto ).
El Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), tiene el sexto lugar, pero ocupa un alto lugar entre los entrevistados de nivel socioeconómico medio-alto o con escolaridad universitaria.
Pero cuando se les preguntó por las carreras específicas que este centro imparte, ocupó el segundo lugar después de la UCR.
A juicio de Luis Camacho, vicerrector de Docencia de la UCR, y el rector de la UNA, Jorge Mora, los esfuerzos de las universidades privadas por mejorar la calidad, así como su publicidad, favorecen la opinión que se tiene sobre ellas.
Jeffry Jones, vicerrector de la Latina, aseguró que ese centro ha hecho esfuerzos por invertir en recursos pedagógicos y en la formación de un cuerpo docente. "Costa Rica necesita universidades de calidad, públicas o privadas", dijo.
La Nación intentó contactar a Alejandro Cruz, rector del ITCR, pero no fue posible ubicarlo.
Por su parte, Rodrigo Arias, vicerrector ejecutivo de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), que ocupó el octavo lugar, consideró que la encuesta se realizó mayoritariamente entre personas a las que no va dirigida la actividad de ese centro.
Función social
El 54,6 de los ticos opinó que la actividad más importante que deben cumplir las universidades del Estado es ayudar a solucionar los problemas de los pobres.
"A medida que avanza el tiempo, las demandas sobre las universidades son mayores. Entre ellas, se espera que las instituciones puedan resolver, directamente, problemas sociales y económicos, pero no necesariamente están equipadas y hechas para eso", opinó José Andrés Masís, director de la Oficina de Planificación de la Educación Superior (OPES), de Conare.
Otro aspecto analizado fue el cobro a los estudiantes. En promedio, según la encuesta, los centros públicos de educación superior cobran ¢11.000 al mes.
Ante este monto, el 36 por ciento de los entrevistados dijo que deberían cobrar menos.
Este porcentaje disminuye conforme aumenta el nivel socioeconómico y el grado de escolaridad. El 34 por ciento considera que el cobro es adecuado.
Ignacio Álvarez Marín tiene 19 años, y es estudiante de psicología en la UCR. "El cobro está bien. Permite un mayor acceso, además de que existe financiamiento", dijo.
Al preguntarles a los entrevistados cual carrera recomendarían a un amigo o familiar, el 29 por ciento respondió que Medicina, seguida por Derecho, con un 19,8 por ciento y Administración, con un 14,9 por ciento (vea gráfico adjunto).
A juicio de Camacho, estas preferencias se deben al prestigio social que se asocia con esas carreras.
Explicó que el problema estriba en que son carreras de gran demanda, pues en los últimos seis años se han graduado 11.000 nuevos administradores, y cada día se gradúan dos nuevos abogados en el país.
"Estamos en presencia de dificultades para el cambio cultural, pues se mantienen como las carreras de mayor prestigio, a pesar de que la inserción laboral es muy difícil", aseguró Mora.
Según Camacho, esto genera presión por parte de los estudiantes que desean ingresar a esas carreras y por alguna razón no lo logran.