Los pasajeros de un vuelo de TACA vivieron una pesadilla al mirar por las ventanas que dos aviones caza estadounidenses perseguían el avión en el cual viajaban, rumbo a alta mar.
Ocurrió el 11 de octubre cuando el vuelo número 660 estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York.
Había salido de San José a las 5:45 p. m. y transcurría normalmente hasta que el controlador de tráfico aéreo del aeropuerto en Nueva York solicitó al piloto costarricense Juan Carlos Barquero que se ubicara en una frecuencia de emergencia.
“Por procedimiento, tenemos que cumplir con las instrucciones de los centros de control. El piloto accedió y se ubicó bajo esa frecuencia”, confirmó Claudia Arenas, directora de Comunicaciones del Grupo TACA.
El código que activó el piloto, por instrucciones del controlador, solo se utiliza en casos de emergencia, como secuestro o amenaza terrorista.
Lo que siguió después, según testimonios de pasajeros, fueron momentos de terror.
El control del vuelo fue tomado por las autoridades antiterroristas estadounidenses, quienes ordenaron al piloto desviarse de su ruta y dirigirse a alta mar.
“Por un momento pensamos que iban a derribar el avión. Nos dimos cuenta de que el combustible escaseaba y nos pedían que siguiéramos desviándonos”, recordó un tripulante, que pidió no ser identificado.
Luego de una hora adicional de vuelo que los llevó a Pensilvania y Nueva Jersey, el avión fue autorizado a aterrizar en el aeropuerto Kennedy, pero no bajo los procedimientos normales.
“Aterrizó en una parte especial de la pista, siguiendo procedimientos de emergencia y con un tratamiento de seguridad especial”, explicó Arenas.
De película
El “tratamiento especial”, según cuentan los tripulantes, fue como “de película”.
Autos blindados del Ejército rodearon la aeronave y la aislaron del resto del campo de aterrizaje para inspeccionarla.
Durante una hora, hombres armados revisaron minuciosamente el avión y sus pasajeros, mientras agentes del Federal Bureau of Investigation (FBI) y de la seguridad nacional pasaban al piloto y al copiloto a una sala especial para interrogarlos.
Después de cinco horas de angustia, el avión fue autorizado a colocarse en la puerta asignada.
Los más de 90 pasajeros del vuelo 660 habían sido evacuados antes en un autobús especial, también bajo estricta vigilancia.
Una fuente de Aviación Civil confirmó a este diario que el Grupo TACA está pidiendo que se investigue el incidente en Estados Unidos, pues, al parecer, todo el despliegue antiterrorista se debió a un error del controlador aéreo.
Sin embargo, la directora de Comunicaciones de Taca dijo que la empresa no pidió una investigación y que solo se iniciaron conversaciones con los inspectores de la Federal Aviation Administration (FAA), entidad que regula la actividad en Estados Unidos.
“El gerente de seguridad, el de operaciones y la tripulación ya tuvieron una primera cita con los inspectores de la FAA que son los que atienden este tipo de procedimientos”, confirmó Arenas.
“Se les explicó lo que ocurrió. Lo que se pretende es conocer este tipo de procedimientos que se están llevando a cabo. Es la primera vez que ocurre una situación como esta”, agregó Arenas, quien prefirió no opinar sobre el incidente ni sobre los procedimientos seguidos por los estadounidenses.
“Entendemos que después del 11 de setiembre (del 2001), ellos tienen procedimientos drásticos de seguridad”, agregó.