
“Yo sacudía con escobillas, tenía que encerar y pasar cepillo, barrer, tener la cocina y la refrigeradora impecables, sacudir los muebles y lavar los sillones con esponjilla lavaplatos. ”Cocinaba, a veces dejaba el arroz en la noche y cuando doña María se levantaba había que tenerle el té. Me dijo que tenía que tener el baño impecable; ella quería ver que yo limpiara con un cepillo con cloro, que mi principal responsabilidad era tener el baño limpio. Y cuando ella llegaba, yo tenía que encontrarme haciendo algo”.
Así describió Jessica Solís Vargas, durante una entrevista con
Solís, de 20 años y oriunda de Tarrazú, es la primera joven que da la cara y cuenta su experiencia como becaria en la casa de Madrigal sin la condición del anonimato.
La semana pasada trascendió la noticia de que 10 estudiantes –cuya identidad no fue revelada– pasaban por la misma situación.
Solís cursó en esa universidad el último cuatrimestre del 2010, y asegura que no pudo continuar sus estudios de diseño de modas por el trato que recibió de Madrigal.
”Fui con mi papá y ella me habló maravillas. Me dijo que me iba a dar una beca y quería ayudarme y darme esa oportunidad. Me dijo que yo empezaba la práctica como a las dos semanas en una finca.
”Nunca dijo nada del trabajo a cambio de la beca, ni dónde se trabajaba. Uno supone que se trabaja en la U, como lo normal y lo legal en todas las universidades.
”Ella lo que me dijo fue: ‘El único trabajo que yo le voy a poner a cambio de la beca va a ser que me le dé clases de inglés a mi nietito’.
”Mi mamá fue con mi abuelo a dejarme a la finca, en Agua Blanca de Acosta. Había otra chica nueva, quien me empezó a hablar todo lo que había que hacer. Había que levantarse a las 6 de la mañana, hacer el desayuno como a las 6 30 a. m.
”Esa muchacha me comenzó a explicar, me dijo que la sobrecama de doña María tenía que quedar lisa porque doña María le dijo que si había una arruga y se acostaba le iba a doler la espalda ”, narró la joven.
”Yo tenía que ir a trabajar muerta de miedo, porque había visto a doña María reaccionando como un ogro. Si se enojaba por algo, trataba de hijo de tal a cualquier persona, a ella no le da miedo nadie”.
“Ella (María Madrigal) tiene un temperamento fuerte y en ese sentido, en algunas ocasiones alguien pudo haberse ofendido con el ánimo de hablar de ella. Pero desde el día uno hemos pedido disculpas a quienes se han sentido afectados”, manifestó Romero.
”Nos equivocamos y pedimos las disculpas del caso. Siempre se actuó en el espíritu de la buena fe.
”Los jóvenes firmaban un compromiso donde reconocían que las labores misceláneas no eran peyorativas”, agregó Romero.
”Al final del cuatrimestre ya yo había entregado un proyecto final y faltaban otros dos. Pero yo lloraba como una chiquita, porque ya no soportaba y me daba terror ir a la finca. Fue cuando mi papá me dijo que buscáramos otra opción”.
La joven, quien comenzó este año a estudiar diseño publicitario en otra universidad, afirma que tras comunicarle a Madrigal que iba a buscar trabajo, por lo que desistiría de la beca y ya no podría ir más a su casa, la mujer reaccionó molesta y le dijo que no le permitiría ingresar nuevamente a esa institución.
”Yo le estaba poniendo demasiado y los profesores estaban encantados. Ahora, al escuchar sobre la universidad, es como una repugnancia, siento horrible. Era mi sueño y al suave me quitaron todo de las manos”, expresó Solís.