Playa Corozalito, en Nandayure, cuenta con una comunidad que trabaja por el progreso y la calidad del agua de su costa.
Desde hace ocho años, los vecinos se han preocupado de la conservación de la naturaleza hasta convertir la playa en un refugio para el desove de la tortuga lora.
Durante años, gente de Nandayure y otros pueblos llegaban hasta la playa para sacar los huevos y comercializarlos. Aparte del daño a esta especie, la contaminación que dejaban tenía a la playa en pésimas condiciones.
Sin embargo, se organizaron en la Asociación de Vecinos de Corozalito (Asoveco) y, de la mano de Pretoma (en coordinación con el biólogo Randall Arauz), se encargaron de limpiar la playa y velar por la protección de las tortugas.
La Asociación cuenta también con la ayuda de voluntarios extranjeros que se hospedan en los hoteles y cabinas de la zona, y durante el día colaboran en la protección de la tortuga, localizando nidos y velando por la supervivencia de las tortugas recién nacidas, amenazadas principalmente por depredadores como el mapache, los zopilotes y los pelícanos.
En los 750 metros que tiene la playa han llegado a desovar hasta 150 tortugas en una noche, lo cual la convierte en uno de los sitios preferidos por estos quelonios y por los turistas que llegan a disfrutar del espectáculo.
La poca contaminación de basura y luces ha influido en que las tortugas arriben a esta playa.
Por otra parte, la ausencia de construcciones cerca de la playa redujo la cantidad de aguas negras y favoreció que Corozalito ganara el galardón de la Bandera Azul.
Pero eso podría variar, pues hace unos meses los propietarios de un proyecto privado talaron un área de manglar que brindaba humedad a la playa, y que, según los vecinos, se destinaría a la construcción de un hotel.