En la cama 216 del Hospital del Trauma, donde el jueves anterior llevaba seis días internado, Óscar Urbina Quintana ha tenido tiempo para reflexionar sobre el aparatoso accidente en motocicleta del que salió vivo de milagro, según asegura.
Entre sus pensamientos, hay uno que tiene claro: no quiere volver a andar en moto, a pesar de que este medio de transporte lo ha acompañado por más de 15 años.
“Uno lo hace por lo práctico que es tener una motocicleta, pero también es muy riesgoso. La moto mía ya yo la mandé a reparar, pero la idea es venderla, no quiero más motos. La mayoría de gente me dice que es por lo que yo estoy pasando ahorita, pero no; estar aquí sirve para recapacitar mucho y, aunque el accidente mío no fue tan aparatoso, el problema es que todo se lo lleva uno, ese es el problema de la motocicleta y, por eso, ya no quiero saber más de motos”, aseguró.
¿Cómo ocurrió el accidente?
El vecino de San Carlos recordó que, el viernes 13 de junio, un día antes del cumpleaños de su única hija y en la víspera del día del padre, salió como siempre rumbo a su trabajo en una finca ganadera, pero una mala maniobra hizo que terminara colisionando de costado contra un vehículo.
“Es una calle de piedra; normalmente siempre había una vía. Volvieron a activar la entrada a una planta, pero no está bien demarcada; entonces las personas van y vienen por cualquier entrada. Ahí fue donde me topé de frente con el carro; los dos nos intentamos quitar para el mismo lado (...). Al carro no le pasó nada, yo tuve una fractura aquí (señala su fémur derecho), pero como era expuesta, me tuvieron que intervenir primero en el hospital de Ciudad Quesada, porque el hueso se podía infectar”, recordó.

El hombre de 32 años asegura que haber usado llevado un casco de buena calidad hizo la diferencia, porque lo primero que sufrió al caer fue un fuerte golpe en su cabeza. En el Hospital del Trauma, aún debe someterse a otra cirugía para que le coloquen pines en la pierna.
“Cuando yo tuve el accidente, más que mi dolor era todo en mi mente trabajando, uno piensa en la economía, pensaba en el cumpleaños de mi hija que era el sábado, de hecho ese día tenía que hacer unas vueltas para el regalo de ella; pensaba en mi trabajo porque a mí me gusta mucho lo que hago y tengo muchas responsabilidades”, recordó.
Ahora, su principal preocupación es no saber cuánto tiempo más deberá permanecer internado y lejos de su familia, pero en medio de las reflexiones que lo llevaron a decidir vender la moto, también ha tenido tiempo para sentirse agradecido por no convertirse en una más de las estadísticas fatales que encabezan los noticieros.
“Yo sé que las motos nos facilitan mucho el diario vivir con nuestros trabajos y demás, pero, aunque uno tenga el cuidado necesario, el riesgo es muy grande. Entonces, si uno no lo ocupa realmente, mejor no tener. Eso no significa que vamos a garantizar la vida, pero es un riesgo menos de los muchos que hay en en nuestras vidas”, afirmó.
Óscar también aprovechó para hacer un llamado a los jóvenes, que en su pueblo, al igual que en muchas zonas rurales del país, ven en las motocicletas un medio de diversión y hasta de llamar la atención.
“Que tengamos mucho cuidado, que seamos conscientes, no solo los motociclistas, sino los que andan en carro que a veces lo ven a uno como cualquier cosa y la juventud de hoy en día, los muchachos que andan llanteando las motocicletas, de hecho en mi barrio pasa mucho, que por favor seamos conscientes de que un motor no es para jugar, es una herramienta que debemos respetar y en especial valorar la vida”, comentó.

De acuerdo con las estadísticas de la Cruz Roja, en lo que va del año 1.131 motociclistas han sido atendidos en condición crítica o han fallecido tras accidentes de tránsito. Esa cifra equivale a que, cada 3 horas y media, un motociclista sufre un accidente grave.
