El virus había invadido por completo su cuerpo. Tenía sus ojos desorbitados, sufría parálisis en sus extremidades, en los músculos de la faringe y su esfínter anal. Probablemente, un desesperado dolor de cabeza fue lo que llevó a una vaca, en Miramar Montes de Oro Puntarenas a lanzarse a un abismo.
"Lo grave de todo no es que esa vaca se suicidó por su terrible estado. Es que por más que he llamado a las autoridades correspondientes para que analicen el cerebro del animal, nadie ha venido a recogerlo, a pesar de que ya dos personas murieron por rabia", recalcó Juan Garita Hernández, médico veterinario que labora en Miramar.
Este es solo un ejemplo de la principal crítica surgida a partir de los dos últimos casos de rabia en seres humanos: los mecanismos para hacer frente al virus, en caso de emergencia, están deshabilitados o no existen.
Rodrigo Fernández, epidemiólogo del Ministerio de Salud en la Región Brunca, reconoció que solo había siete vacunas en el país cuando se ratificaron las dos muertes por rabia, el 29 y 30 de setiembre.
Además, se vacunó a personal que realmente nunca estuvo en riesgo de contagio y la gente mató animales que no representaban ninguna amenaza.
En definitiva, el fallecimiento de Jefrey Hurtado, de 9 años, y Leyla Rosales, de 69, infectados por un gato en Ciudad Neily, pusieron en jaque al sector salud, al cual se le achaca haber tomado medidas equivocadas y tardías.
Como una bomba
Desde 1970 no se había presentado ninguna defunción a causa de la rabia y el último brote importante se presentó en 1968, con el fallecimiento de 11 personas. Sin embargo, el virus no ha dejado de vivir en el país, como muchos creían, y nunca se ha logrado erradicar.
"Eso cayó como bomba porque nadie lo identificó como rabia", recalcó Fernández, refiriéndose a los últimos fallecimientos.
Fernando Guevara Rojas, coordinador de Vigilancia Epidemiológica del hospital Escalante Padilla de San Isidro de El General, también fue claro: "Nos tomó con la guardia abajo. Se pensó en todo, menos en rabia".
Estas afirmaciones son más que preocupantes para el asesor técnico del Colegio de Médicos Veterinarios, Gerardo Vicente Salazar, al considerar que la situación no pasó a más porque el virus se autolimitó y no por la reacción de las autoridades.
Similar crítica externó Juan Carlos Peralta Víquez, presidente de la Asociación para el Bienestar y Amparo Animal, al señalar que los casos se dieron por haber bajado la guardia.
"El Colegio de Veterinarios le había hecho la advertencia desde hace mucho y no tomaron las medidas", añadió Peralta.
Pecado de omisión
La omisión pareciera ser la principal falla de las autoridades que tienen a cargo la atención del virus de la rabia en nuestro país y que tuvieron que atender los dos pacientes de la zona sur.
Para Gerardo Vicente Salazar, asesor del Colegio de Veterinarios, lo más grave ha sido creer, por años, que la enfermedad estaba erradicada.
"La peor respuesta, con respecto a los dos pacientes, se dio en términos educativos. La población no contó con mecanismos para reaccionar y se vacunó gente que no se tenía que vacunar. Hay que estudiar lo ocurrido y realizarun autoexamen", recalcó.
El director de salud en la Región Brunca (zona sur), Luis Fernando Guillén, reconoció que en los primeros días de la noticia se actuó con desorganización, "pero es que en 30 años no se había dado un caso y no se esperaba".
La segunda gran omisión fue el que los primeros médicos que examinaron a los pacientes nunca contemplaron la posibilidad del mortal virus.
Por eso, una de la principales medidas que ha tomado el Ministerio de Salud, juntamente con la Caja de Seguro Social, es iniciar una campaña de "sensibilización" al personal médico para que no descarte el virus cuando está frente a ciertos síntomas.