
Sin importar si se trata de escolares emocionados por tener una cédula, pretendientes de cupos universitarios o menores trabajadores necesitados de pólizas, el TSE pretende hacer cumplir la ley que ordena a todas las personas entre 12 y 18 años portar su documento de identidad.
La Tarjeta de Identidad de Menores (TIM), un carné azul con medidas de seguridad tan exhaustivas como la cédula de un mayor de edad, es el documento que producirán nueve máquinas con las cuales el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) intenta reforzar el servicio que da en este momento en 11 oficina del país.
Con nueve máquinas emisoras más podría pasar a 120.000 la cantidad de tarjetas que cada año emite el Registro Civil, entidad adscrita al TSE. En estos momentos se entregan unas 100.000, en promedio.
Una o varias de las nuevas máquinas serán ambulantes con la intención de que los jóvenes de algunas regiones del país puedan obtener más fácilmente su cédula, cuya única diferencia con el documento de los mayores de edad es que no permite ejercer el voto, explicó Rodrigo Fallas, oficial mayor del TSE.
Así, menores como Ahan Mata Ordóñez no tendrían que viajar de Guápiles a San José para poder reponer el documento que le robaron hace seis meses en un asalto.
Mata, de 17 años, lo necesita para regularizar la póliza del seguro por el trabajo que realiza en un negocio de venta de baterías para carro, pero también para gestiones bancarias.
Otros menores presentes ayer en el Registro Civil tenían intereses diferentes: la matrícula del colegio, sacar una cita en el Ebais o simplemente “para tenerla, como todos”, como respondió Melissa Torres, estudiante de sexto grado en la escuela República de Panamá, en San Francisco de Dos Ríos.
Torres, de 12 años, es parte de los 80.000 menores que cada año entra al segmento de los “12-18”, según Fallas. Esa misma cantidad de jóvenes es la que aproximadamente sale del grupo cada año, por lo que la cifra se mantiene estable.
¿Cuántas Tarjetas de Identidad de Menores hay vigentes? Fallas respondió que no se sabe, pues todos los días hay unos 220 muchachos que alcanzan la mayoría de edad y no hay control de cuántas siguen “en juego”.
Lo cierto es que desde que se creó la TIM (mayo del 2002) se han confeccionado unos 750.000 documentos, la mitad de los cuales ha sido de reposición, pues algunos jóvenes les gusta “coleccionar”.
Cada tarjeta cuesta unos ¢1.600 en materiales y cada máquina emisora, $23.000.