Las ínfulas de desarrollo de la Costa Rica de hace dos siglos se divisan de distintas formas en la actualidad; una de ellas, la arquitectura.
Aunque en menor cantidad producto de las demoliciones y del deterioro ocasionado por el paso del tiempo, todavía hoy es posible observar majestuosas estructuras de corte europeo aferradas al paisaje urbano.
De hecho, 12 de ellas alardean de su índole y de su considerable estado de conservación en el calendario 2018 del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), que desde hace 17 años realiza esta publicación como una forma de visibilizar el legado arquitectónico del país.
LEA MÁS: Casas victorianas guardan secretos de la Costa Rica de inicios del siglo XX
Casas, comercios, hospitales, cuarteles e iglesias. Diversos usos con una misma intención: alardear de la grandeza de una revolución artística que inundó el Viejo Continente entre los siglos XIX y XX y que, importada por extranjeros o por nacionales que se iban a estudiar al otro lado del mundo, llegó a Costa Rica en forma de edificios.
Tributo a tres tendencias
La edición de este 2018 está dedicada a tres tendencias de la arquitectura en particular: la art nouveau, la neogótica y la neomudéjar. Cada una está representada por cuatro edificaciones.
En las páginas dedicadas a los meses de enero, febrero, marzo y abril se observan los ejemplares de tipo art nouveau; en mayo, junio, julio y agosto, los neogóticos, mientras que de setiembre a diciembre, los neomudéjar.
“A pesar de que el país es pequeño y pensamos que no tenemos un legado arquitectónico importante, todos los estilos que se dieron en Europa, aquí también se dieron en menor escala. Sobre todo, a finales del siglo XIX y principios del XX. Este año quisimos rendirle tributo a esos tres estilos”, explicó Guillermo Barzuna, curador y editor de este calendario, e investigador de Icomos.
Relieves ornamentales, inspirados en animales o follajes, son característicos del art nouveau, acogido en Costa Rica a partir de 1900.
En esta tendencia destacan las verjas de hierro forjado y el uso de materiales constructivos como el acero, el concreto armado, la piedra y el vidrio.
La definen también los balcones, marcos y adornos de puertas y ventanas en madera, así como los aleros de hierro y balaustradas (barandas).
Algunos ejemplares de influencia art nouveau incluidos en el calendario son el edificio del antiguo almacén Steinvorth, en San José centro, y la casa de la familia Jiménez de la Guardia, también en la capital, cerca del parque Morazán.
En el caso de la estética neogótica, surgida en Europa alrededor de 1840, a nuestro país llegó a finales de los años 1800 y se reflejó todavía en 1930.
Esta se caracteriza por torrecillas, arcos en puertas y ventanas, pináculos (parte superior y más alta de un edificio o templo), partes en maderas finamente talladas e iluminación mediante vitrales multicolores.
Exponentes de esta tendencia son algunas construcciones hospitalarias y cuarteles, entre los que sobresale el de Cartago, hoy convertido en museo municipal, y que se observa en el calendario.
En nuestras fronteras, el corte neogótico se enfocó en la construcción de iglesias en el Valle Central. Por ejemplo, la de La Merced, en San José, y las de San Isidro y San Rafael de Heredia, que también figuran en la publicación de Icomos.
En cuanto a la neomudéjar, esta emplea cerámicas decorativas y elementos de la arquitectura árabe, entre los cuales sobresalen almenares, arcos de herradura y torreones culminados en bronce.
En este estilo son usuales materiales como el ladrillo, el yeso, la madera y vistosos mosaicos.
Dos ejemplares de la influencia arquitectónica neomudéjar que se tomaron en cuenta en el calendario son los patios interiores del edificio central de la Asamblea Legislativa, en San José centro, y la casa de barrio Amón conocida como el Castillo del Moro.
¿Dónde conseguirlo?
El calendario Icomos 2018 es una coedición con la editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Su publicación conllevó un proceso de un año por parte de Barzuna y David Boza, otro de los investigadores.
Tiene un costo de ¢ 7.000 y puede adquirirlo en la Librería Universitaria de la UCR, situada en San Pedro, en la popular Calle de la Amargura.