
Ciudad del Vaticano. El mandatario Abel Pacheco presenció ayer desde una segunda fila la emotiva despedida a Juan Pablo II antes de que fuera enterrado en las catacumbas del Vaticano.
Él y esposa, Leila Rodríguez, estuvieron a menos de 10 metros del féretro en la misa en que una multitud le dijo adiós al Pontífice, en la plaza de San Pedro.
Por el orden alfabético de los países, Pacheco fue acomodado en una posición de privilegio dentro de un grupo de más de 200 dignatarios que se presentaron al funeral, que duró tres horas.
El mandatario tenía a su izquierda al presidente de la República Centroafricana, Francois Bozizé, seguido por el de Chipre, Tassos Papadopoulus.
A la derecha de Pacheco estaba su esposa y a unos cinco metros "mister Bush (George Bush, presidente de Estados Unidos) y Su Majestad el rey y la reina (de España, don Juan Carlos y doña Sofía)", contó el gobernante.
El Presidente arribó a la plaza de San Pedro una hora antes de la ceremonia, tras haber desayunado con el presidente de la Conferencia Episcopal Costarricense, monseñor Francisco Ulloa.
Entró por la cortina roja de la puerta principal de la Basílica de San Pedro y saludó a a los presidentes centroamericanos y a George Bush, entre otros.
Un traje entero negro, mismo color de la corbata, fue la muestra de luto que vistió Pacheco. Su esposa también optó por un traje completamente negro al que añadió un velo del mismo tono.
Multitud. Ya durante la misa, la presencia de dirigentes de las religiones más diversas, líderes de una enorme cantidad de países y la masa de unos 300.000 humanos que se agolparon en la plaza San Pedro conmovieron al Presidente, que sintió la ceremonia emotiva durante el saludo de la paz y hasta se le hizo "muy corta".
El momento que más lo emocionó fue el mismo que despertó un aplauso de la muchedumbre, cuando los sediarios levantaron el féretro de ciprés, encajado en uno de plomo y, a su vez, en uno de madera de olmo barnizada, para llevarlo a las catacumbas.
Cuando la salma pasaba al frente suyo, Pacheco se persignó y bajó la cabeza, mientras el sonido de las campanas se cruzaba con los aplausos de la multitud, incluso desde fuera de la plaza.
"Fue un impacto impresionante. Tengo la ilusión de que el sol que hizo en ese momento sea una señal del Santo Padre al cielo, de que sea una muestra de luz para la Tierra".
Sobre su sensación al momento de ver el féretro entrar a las criptas del Vaticano, el Mandatario comentó que fue de un "adiós, allá nos vemos".
El Presidente, su esposa y el vicecanciller, Marco Vinicio Vargas, tenían programado despegar de Roma hoy a las 8 a. m. ( a la medianoche que pasó) hacia Madrid, donde tomarían otro avión para llegar a San José hoy al final de la tarde, según dijeron.