En honor a San José Obrero, la Catedral Metropolitana congregó a sus fieles para iniciar el mes de mayo con la conmemoración del Día Internacional del Trabajador.
Durante la eucaristía, el obispo auxiliar, Daniel Blanco Méndez, lanzó un llamado a la unión para resolver los problemas que aquejan a la sociedad costarricense, como la violencia.
“La patria nos llama a la comunión de voluntades a favor de la vida de todos los habitantes de Costa Rica (...) Las dimensiones de este problema requieren de los mayores esfuerzos, conjuntos y armónicos de los tres poderes de la República”, afirmó Blanco, quien invitó a los ramas del Gobierno a orquestar esfuerzos con la academia, los gobiernos locales y la sociedad civil para buscar soluciones a este problema, que mantiene “en luto”, a cientos de familias.
Ante la oleada de violencia, el obispo auxiliar conmemoró, además, la vida de los oficiales y agentes que, en el ejercicio de sus labores, muertos a manos del crimen, tan solo tres meses después de que un agente del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) fuera asesinado en su tiempo libre y menos de dos meses después del fallecimiento de un policía de Fronteras en una balacera en Playa Bonita, en Limón.

Asimismo, frente a representantes del sector social y laboral, Blanco puso ante el altar a los trabajadores. Para ellos, pidió atención a las necesidades de los sectores agrícola, ganadero y pesquero, así como el aseguramiento de un empleo digno y estable para quienes conforman la fuerza laboral del país.
En su prédica, hizo también un llamado a no cerrar los ojos ante la realidad de los migrantes que llegan al territorio nacional, retomando las palabras del Papa Francisco, quien en vida instó a acogerlos e integrarlos con humanidad y solidaridad.
En la ceremonia, el legado del Papa Francisco estuvo presente. El obispo Blanco retomó sus palabras para insistir en el respeto a las condiciones justas y la dignidad de todos los habitantes. Hizo énfasis en la justicia social y el bien común.
Llamó a trabajar en conjunto para que el país supere “la violencia, el crimen y el dolor” y regrese a los valores “que la han caracterizado”: la paz, la fraternidad y el amor.

A las bancas del templo acudieron el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Andrés Romero, quien también participó en la ceremonia de 2024, y el director de la oficina regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Eliel Hasson Nisis.
“Hoy sigue siendo urgente y necesario que todos nos sintamos involucrados en la búsqueda del bien común, que se coloca por encima del bien particular. La participación de todos los sectores productivos, empleadores y actores sociales, entre estos, sindicalistas, cooperativistas, empresarios, solidaristas, agricultores”, agregó el obispo.
Al finalizar la misa, como es tradición, en un gesto de solidaridad con quienes no tienen trabajo o están en condición de pobreza, representantes gremiales llevaron productos agrícolas y víveres que se distribuirán entre personas de escasos recursos.
