La experiencia le ha dicho al ginecólogo español Juan Manuel Llorente Burgueño que un 75 por ciento de las histerectomías (extirpación de los órganos sexuales femeninos) no tenía razón de ser. "Fueron procedimientos innecesarios, que afectan la vida emocional de la mujer", dijo el especialista.
Llorente, de paso por el país la semana pasada, ha viajado por Europa y América propagando el mismo mensaje: Si los médicos prescinden del factor emocional en sus pacientes, sobre todo de las mujeres, están condenados a producir una serie de errores médicos.
"La histerectomía se ha convertido en la intervención más frecuente en el mundo, mucho más que las hernias y que la extirpación de la vesícula. Incluso, se utiliza como método anticonceptivo, reduciendo a la mujer a una mera condición de objeto", explicó.
Solo en Estados Unidos y Canadá, en un año se practican un millón de estas intervenciones. En las tres cuartas partes de estas cirugías no se halló patología alguna que justificara el procedimiento.
"Fuera del cáncer, cuesta creer que se necesite hacer histerectomías por alguna causa que no se pueda tratar por otros medios". Citó los dolores pelvianos, la endometriosis (inflamación de la pared que cubre el útero) y algunos tipos de miomas (tumores).
Según Llorente, este procedimiento quirúrgico conduce a fuertes trastornos psicológicos por los desórdenes hormonales que ocasiona. "Extirpar los ovarios, por ejemplo, desencadena una menopausia precoz. Si le quitamos a la mujer el útero la convertimos en una enferma itinerante."
La clave de esto está en la preparación del profesional en medicina. "El ginecólogo ve de una manera parcial y errónea a la mujer. Solo la examina por causas orgánicas cuando muchos de sus trastornos ginecológicos son de origen psicológico", dijo.