
Edad: 50 años
Procedencia: hatillo, San José
Profesión: abogado
¿Cómo valora usted la demanda de servicios consulares?
Se ha incrementado en un 100%. Si se hacen 400 visas normalmente, ahora suben fácil a 800. Algunos días hemos salido a las 10:30 p. m. o hasta medianoche.
¿Es que la Cancillería está pagando horas extras?
No, porque no había contenido presupuestario y no sé si la ley permite eso, o solo en casos especiales, como el chofer del Ministro.
¿Entonces regalan horas?
Mire, la mayoría en la oficina son nicaragüenses y tienen la conciencia de ayudar a sus compatriotas.
Están regalando trabajo…
Sí, porque en otras épocas no hay tanta afluencia y se les puede dar permisos. Ahora aprobaron mil y resto de dólares para trabajar sábados y pagar incentivos, llamémoslo así, para no decir horas extra.
¿Faltan recursos?
Sí. El Ministro (Bruno Stagno), con el debido respeto, debe hacer un análisis de cuánto dinero entra por timbre consular y de esa manera dar importancia al consulado para que yo pueda tener un poquito más de personal y tecnología.
Hay denuncias de que arrancan timbres de $20 en el consulado...
En Peñas Blancas arrancan del pasaporte el timbre y lo venden después de lavarle los sellos. Eso es por descuido de la gente. Lo que hacemos es cumplir la norma: un pasaporte así queda anulado.
Hay quejas de usuarios de que el timbre se pierde aquí…
Aquí no. Con Víctor Láscarez, con el gobierno de Óscar Arias, no.
Hay quejas por maltrato suyo y de sus colaboradores...
Es falso. Vengo de lugares pobres y me llevo muy bien con los nicaragüenses. Antes los cónsules no salían del despacho. Yo sí, solo, sin guardias y sin nada. Si yo maltratara la gente no podría ni salir de la puerta. De 30.000 personas que he atendido personalmente, cinco se quejaron, porque llegaron tarde o por esos casos de timbres.
Se han quejado también empresas grandes…
Sí, no sé si vio a una gente de DHL ahí afuera, pero tenemos trato preferencial para las empresas, de conformidad con el libre comercio. Pero eso se hace después de conversar conmigo, con las reglas diplomáticas de la cortesía. Una vez que hablemos, no tienen que esperar más de dos o tres minutos en unos cómodos sillones que nos dio la Cancillería y se va. Pero hay empresas que no han querido cumplir. También se quejó una embotelladora y una marca, que entre ellos tienen algún problema y se pelean entre ellos por el nombre de Coca Cola.
¿Qué ha hecho usted para tratar de ordenar la fila?
Cada rato tengo que estar saliendo para acomodar la fila y decirles que se corran de la entrada de unos talleres. A la gente no le da… no sé, no le da para dejar el espacio libre.
¿Ha discutido con “gavilanes”?
Sí, esta semana llegué al comenzar la noche y pensé que me iban a linchar; me reclamaron que por qué les dije que eran delincuentes. Me reclamaron y, bueno, tengo que cambiar un poco el discurso, por decirlo así, porque en un momento determinado me enardecí y dije (en la prensa) que eran delincuentes.