La reprobación de colegiales en Costa Rica ha caído drásticamente en los últimos años: así lo revelan datos del Ministerio de Educación Pública (MEP) que evidencian que desde el 2018 y hasta el 2023 los estudiantes quedados son miles menos que en el periodo comprendido entre el 2010 y el 2017.
Según los datos del Departamento de Análisis Estadístico del MEP, en el 2010 reprobaron 61.980 colegiales de 282.217. Desde el 2018 los números empezaron a caer.
En esee año, marcado por la huelga de educadores contra la reforma fiscal que se extendió por 89 días, los reprobados fueron 9.064 del total de 310.457 colegiales inscritos, lo que representa un 2,9% de estudiantes quedados.
En ese contexto, y por todas las clases perdidas durante tres meses, se diseñó “una promoción más justa” para evitar que “los estudiantes pagaran las consecuencias”, según afirmó en el 2021, Rocío Torres Arias, entonces jefa del Departamento de Evaluación de los Aprendizajes del MEP.
En aquel momento, el MEP decidió calcular la promoción de los estudiantes con base en seis escenarios, según las notas que estuvieran disponibles. Se dio la oportunidad de presentar exámenes de reposición, exposiciones o hacer convocatorias de ampliación en los casos más extremos.
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Más allá de las cifras
En los siete años comprendidos entre 2010 y 2017, en promedio, los quedados representaron el 19,4% de los matriculados. El dato baja a 5,96% en promedio para los años entre 2018 y 2023.
De los 13 años en estudio, el valor máximo se presentó en 2010 con un 22% de reprobados, mientras que el 2020 tiene el registro más bajo con 2,3%.
La información del Ministerio de Educación contempla el rendimiento definitivo de todos los estudiantes de III Ciclo y Educación Diversificada Diurna de centros educativos públicos, privados y subvencionados.
Gabriela Valverde Soto, decana de la facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR), considera que detrás de estos datos pueden estar dos factores relacionados con el Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes vigente desde el 2018 y que establece que para estudiantes de III ciclo (sétimo, octavo y noveno) el porcentaje de trabajo cotidiano corresponde al 45% de la nota, mientras que para educación diversificada (décimo, undécimo y duodécimo) representa un 35%.
Para Valverde. los docentes carecen de condiciones óptimas para valorar adecuadamente ese trabajo cotidiano y que lo que se hace en el aula es contar sellos que confirman si un alumno realizó su trabajo o no, sin ir más allá.

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A esto le suma la llamada Estrategia de Promoción que permite que los estudiantes que quedaron aplazados en algunas materias y tienen que ir a convocatoria, tengan una oportunidad más en caso de que no pasen uno de los exámenes.
Si los alumnos no logran pasar el examen de una de las asignaturas tienen la posibilidad de realizar un trabajo o proyecto y así lograr aprobar. Valverde afirma que hay centros educativos que permiten “este quiebre” hasta en dos materias.
“Es muy difícil quedarse. Necesitamos procesos de mediación pedagógica de calidad”, comentó la educadora.
“Se tergiversa la realidad a través de estas cifras (de reprobados). Si reprueban pocas personas estudiantes se pensaría que se están cumpliendo expectativas de aprendizaje plasmadas en los planes de estudio. (...) en buena hora si así fuera, pero en las universidades reconocemos otra realidad”, aseveró en referencia a las debilidades con las que están llegando los jóvenes de primer ingreso a las casas de educación superior.
En la misma línea, Yarith Rivera Sánchez, evaluadora educativa, ex directora de la Dirección Curricular del MEP y ex directora de la Escuela de Ciencias de la Educación de la Universidad Estatal a Distancia (Uned), comentó que aunque a primera vista una menor reprobación de colegiales parece una señal de progreso, desde una mirada más profunda genera inquietudes.
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“Lo preocupante no es que el estudiantado apruebe, sino que lo haga sin haber desarrollado las competencias necesarias para continuar su trayectoria educativa o integrarse adecuadamente al mundo laboral y ciudadano. Se trata de aprobar garantizando que existe evidencia de que la persona estudiante ha adquirido aprendizajes significativos, que le servirán de andamiaje para construir nuevos conocimientos”, dijo Rivera.

Años críticos para la educación costarricense
En el 2023, el Informe del Estado de la Educación (EE) expuso que los estudiantes avanzan en el sistema con fuertes carencias en aprendizajes básicos que ponen en riesgo sus trayectorias educativas y estimaron que debido al tiempo en el que los centros educativos estuvieron cerrados, se perdieron dos años de escolaridad.
“La combinación de factores como las huelgas prolongadas de 2018 y 2019 y, posteriormente, la pandemia por la covid-19, tuvo un impacto directo en el desarrollo de los aprendizajes. Ante esa realidad, es comprensible que muchas instituciones hayan optado por criterios de evaluación más flexibles para evitar el abandono escolar. Sin embargo, que una medida tenga sentido en un contexto de emergencia no significa que deba mantenerse de forma indefinida”, comentó Yarith Rivera.
A los señalamientos del Estado de la Educación se une lo indicado por las universidades públicas y privadas, que dicen verse obligadas a ofrecer cursos de nivelación por las falencias de los estudiantes de nuevo ingreso en áreas como comprensión lectora, matemáticas y ciencias.
Recientemente, La Nación dio a conocer los resultados de un diagnóstico realizado a los alumnos de primer ingreso de la Universidad Nacional (UNA) que evidenció que el 86% de los jóvenes de la sede central no posee un nivel satisfactorio de comprensión lectora, mientras que el porcentaje aumenta a casi 94% en los recintos regionales.
“(...) Esto nos confirma lo que dicen otras investigaciones que se han hecho en el país en torno a la dificultad que tienen los estudiantes para poder hacer sentido de lo que dice un texto: en términos de codificar ellos pueden leer palabras, pero de leer a entender su significado hay una gran brecha”, comentó la evaluadora educativa Eiliana Montero, integrante del grupo que desarrolla un proyecto investigativo con la intención de evaluar habilidades de comprensión lectora de estudiantes en el sistema educativo nacional.
Asimismo, este medio publicó que los estudiantes de primaria y secundaria avanzan con grandes vacíos en matemáticas, pues no reciben el programa de estudios completo de esa materia.
Otro ejemplo del rezago educativo se evidencia con los resultados más recientes de las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés), en las que Costa Rica pasó de ser líder a presentar un retroceso.
El Informe Estado de la Educación recordó que en el 2009, el país se destacaba entre otras naciones latinoamericanas por su rendimiento en las pruebas PISA.
En ese momento tenía un puntaje promedio de 443, cercano al 449 de Chile y por encima de países como México, Colombia, Perú y Brasil. Para el 2009, la brecha con el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en ese año era de 56 puntos.
El EE informó que posteriormente, la trayectoria se estancó y el país experimentó un retroceso.
“En 2022, Costa Rica obtuvo 415 puntos, muy lejos de su valor inicial y acercándose a países históricamente más rezagados (...) países como Perú, Colombia y Brasil, que partieron con puntajes más bajos, han logrado sostener o incluso mejorar sus resultados”, señaló el EE.
Evaluación cambiante
Con respecto a los cambios en la macroevalacón, estos empezaron desde el 2019, cuando dejaron de aplicarse los exámenes de bachillerato. Ese mismo año se anunció la aplicación de las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO) para escolares de quinto grado, colegiales de décimo año de centros educativos académicos y de undécimo en técnicos, sin embargo, fueron eliminadas en el 2022.
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Para el 2023, el MEP empezó a aplicar las Pruebas Nacionales Estandarizadas que se realizarían por última vez este 2025, según afirmó el ministro de Educación, Leonardo Sánchez.
Estos exámenes tienen efecto compensatorio y para este 2025 tendrán un 50% en el peso de la nota. Hoy, si un alumno de sexto grado o último año de colegio saca un mal resultado en alguno de los exámenes de las diferentes materias, es posible que obtenga el título porque su nota final será el reflejo de la sumatoria de las puntuaciones logradas en todas las asignaturas.
MEP brindó nuevos datos
El pasado 5 de agosto, La Nación consultó al ministro de Educación, Leonardo Sánchez Hernández, a qué obedecen estos resultados en medio de la crisis educativa que vive el país. No obstante, este miércoles 6 el director de prensa del ministerio solicitó tiempo para remitir las respuestas el viernes 8 de este mes.
“Le pedimos que se constate en la nota que está elaborando que le solicitamos un tiempo prudencial de menos de una semana para contestar, pero este no se nos otorgó”, solicitó la dirección de prensa.
La petición de información, sin embargo, no es nueva. Este medio había solicitado información con respecto a la baja reprobación en colegiales desde el 22 de julio, solicitud basada en datos que el MEP entregó sobre la promoción de los últimos años.
Los primeros datos enviados por el Ministerio incluían información de III ciclo y Educación Diversificada Diurna, e indicaban que del 2018 al 2024 los colegiales reprobados eran prácticamente el 0% de los matriculados, mientras que, entre el 2010 y el 2017, la cifra era de entre el 9 y el 10%.
Al ser consultados sobre la casi nula reprobación, el encargado de comunicación solicitó tiempo para entregar respuestas el 25 de julio, lapso que se otorgó.
Cuando se obtuvo una nueva respuesta, más allá de referirse a qué está causando la caída en la reprobación pese a los vacíos educativos, el MEP remitió un nuevo set de datos, indicando que los brindados originalmente a este diario eran preliminares.
El 25 de julio, la viceministra académica, Giselle Alpízar, comentó que, aunque los datos --que incluían matriculados, aprobados, aplazados y reprobados-- fueron enviados por el Departamento de Estadísticas del Ministerio de Educación Pública, no reflejan la estadística definitiva que se ve al final del año.
“Es importante informar que el departamento de estadísticas recolecta información para el análisis durante el año como proceso, pero también al final, que es la estadística definitiva, aclaramos que la información brindada anteriormente (que toma en cuenta los años desde el 2010 al 2024) es estadística en proceso. Hoy (25 de julio) entregamos la estadística definitiva de los años solicitados”, comentó Alpízar.
