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Las 24 horas, durante 12 días, cuatro veces al año, los pastores televisivos de TV Enlace Canal 23 piden desde Costa Rica ofrendas, votos, o incluso “pactos financieros con Dios” que, según ellos, garantizan a televidentes en 55 países, la prosperidad económica, la salud y el éxito en los negocios.
La fe no solo mueve montañas, también las compra, y nutre cuentas bancarias, transmite programas a tres continentes y teje una red de al menos 25 asociaciones, sociedades anónimas y fundaciones que han adquirido más de 553 hectareas de tierra en Costa Rica en los últimos 15 años.
En todas estas organizaciones participan familiares de Jonás González Ortiz, el principal líder de canal 23, y son controladas por él o sus parientes. Así lo demuestra una investigación de La Nación , con base en estudios en el Registro de la Propiedad, el Registro Mercantil y en el examen de planos catastrados y protocolos notariales de tres de los siete notarios vinculados al canal 23.
Este diario hizo un cálculo conservador de la cantidad y extensión de las propiedades adquiridas o donadas a entidades afines a canal 23, o compradas por sociedades y familiares de González.
En la estimación se eliminaron “traslapes” topográficos en grandes fincas y no se contabilizan propiedades cuyo vínculo con la organización es dudosa.
Al ser entrevistado, el martes, González enfatizó que las ofrendas recibidas por canal 23 sirven para mantener la operación.
Explicó que las propiedades más grandes, compradas en San Ramón yAtenas, son usadas para la protección ambiental y actividades religiosas y de bien social.
González, un costarricense técnico en oftalmología, calculó los gastos mensuales de canal 23 en unos ¢35 millones y estimó que al año reciben unos ¢400 millones en ofrendas invertidas casi totalmente en la difusión de la Biblia.
Al cierre de edición no fue posible conocer estados financieros auditados e información contable que González ofreció, pero no llegó.
Montes de oración. Dos inmensos terrenos conforman el 80% del total de tierras relacionadas con canal 23. El primero está ubicado en Peñas Blancas de San Ramón y mide 334 hectáreas. Es un grupo de montañas ocupadas por bosques protegidos, pastos y ganado.
Del total, 208 hectáreas están inscritas a nombre de la Asociación Cristiana de Comunicaciones (Asocric) y fueron compradas entre 1998 y el 2003 a precios que oscilaron entre ¢9 y $15 el metro.
Asocric, cuyo presidente y apoderado es González Ortiz, es una asociación sin fines de lucro dueña del canal 23. A nombre de esa organización se depositan las ofrendas de los televidentes en cuentas del Banco Nacional de Costa Rica y del Banco de Costa Rica.
Otras 145,9 hectáreas, colindantes con Asocric, son propiedad privada de González Ortiz, que las inscribió desde 1992 junto con su padre, Jonás González Rodríguez, fallecido en diciembre pasado.
La segunda gran finca está en Santa Eulalia de Atenas. La conforman 112,5 hectáreas de cerros ocupados por pastos, ganado, frutales y árboles maderables.
De esa extensión, 70 hectáreas son propiedad de la Asociación Monte de Oración. González Ortiz es el apoderado y presidente de la entidad, y de los 13 asociados nueve son parientes, incluidos su madre, esposa, hermanas y cuñados.
En el protocolo del notario Alejandro Castro Carvajal consta que 47 de las 70 hectáreas de Monte de Oración costaron $440.592 (¢204,8 millones que equivalen a ¢435 por metro cuadrado).
Por las restantes 23 hectáreas se pagaron ¢25 millones (unos ¢108 por metro cuadrado).
Las otras 42,5 hectáreas, colindantes con Monte de Oración, están inscritas a nombre de sociedades anónimas en las que participan miembros de la familia González y empleados de alto rango del canal.
Las firmas son Inversiones Cabrito de Costa Rica S. A, El Silbo Apacible S. A y Jargonza S. A.
En las tierras de Monte de Oración hay cuatro construcciones amplias: una casa, un local de reuniones y dos edificaciones nuevas que albergarán una clínica, según explicó Jonás González.
Los empinados cerros están surcados por caminos construidos por los propietarios que llegan hasta el punto más alto, donde hay una planicie enzacatada.
Allí es común observar el aterrizaje de un helicóptero, que durante este año ha llegado en dos ocasiones, según Orlando Ulate Castro, vecino y fiscal de la asociación de desarrollo comunal.
