La relación que Costa Rica rompió con Taiwán este 1°. de junio dejó huellas en los partidos políticos, en la infraestructura pública y en las fotografías de cientos de costarricenses que viajaron allá.
El poderío de la República Popular de China dobló el brazo diplomático, pero en el legado quedan las millonarias donaciones que convirtieron a Taiwán en el segundo país más generoso con Costa Rica entre el 2000 y el 2005, solo superado por Japón.
La cooperación taiwanesa en ese período llegó a $341 millones, de los cuales $59,5 millones fueron regalados y el resto prestado en condiciones favorables, según el Ministerio de Planificación.
El monto donado incluye los $27 millones destinados a la obra que llegó a convertirse incluso en un atractivo turístico nacional: el puente sobre el río Tempisque, en la península de Nicoya.
La estructura de 780 metros, llamada hasta ahora “La Amistad”, fue solo el regalo más visible de muchos que Taipéi envió a Costa Rica para evitar que uno de sus aliados estrella se volcara hacia donde finalmente se volcó.
Capacitación técnica, patrullas, computadoras, inversiones en salud y préstamos para carreteras son algunas de las pruebas que presentan los opositores que dijeron “mal agradecido” esta semana al presidente Óscar Arias.
Este Gobierno incluso presentó al Congreso un presupuesto extraordinario que incluye $52 millones para la carretera Naranjo-San Carlos, regalados por Taiwán. Lo envió el 29 de mayo, tres días antes de cortar el lazo diplomático.
En los últimos 15 años hay evidencias también de donaciones a la Fundación Arias (creada por el presidente Óscar Arias para promover la paz y el desarme), a la Cancillería y a los partidos políticos tradicionales, en sumas considerables pero inciertas, y a veces ilegales.
Frescos en la memoria están los $500.000 regalados a la campaña de Abel Pacheco (2002) por dos empresas taiwanesas.
Tesorero en esa campaña fue Roberto Tovar, canciller en la administración Pacheco y copropietario del edificio de la embajada taiwanesa donde este jueves arriaron la bandera, en barrio Escalante.
Viajes... Comunes son, además, los viajes de diputados y políticos de los distintos gobiernos, al punto de que el actual canciller, Bruno Stagno, consideró que el no haber visitado Taiwán en un año de la actual administración fue una “señal” del proceso de ruptura.
Ese proceso viene sonando desde los años 80, cuando China empezó a erigirse como potencia y se decoloró la etiqueta “rojo comunista” que gobiernos ticos veían en China, con menos intensidad en el de Carazo Odio (1978-1982), recordó Thaís Córdoba, experta en política del Lejano Oriente.
Los aportes taiwanesas, sin embargo, lograron mantener a Costa Rica comprometida dentro un pequeño club de países pequeños que nunca superó los 30 miembros y que ahora Arias dejó en 24.
A contracorriente van los 168 estados que optaron por la “opción China”, especialmente después de 1971, cuando Taiwán fue expulsada de Naciones Unidas y comenzó la feroz diplomacia taiwanesa al sacar su rica chequera.
A cambio, Costa Rica y su imagen se ponían al servicio de los infructuosos intentos de Taiwán por ingresar a los foros internacionales y jugar como cualquier Estado independiente. “Hacíamos el ridículo para defender a Taiwán”, admitió un antiguo representante costarricense en Naciones Unidas.
La democracia relativa que exhibía Taiwán se usó para demostrar coincidencia de principios con Costa Rica, recordó Córdoba.
¿Qué quedó ahora? El enfado de Taiwán y el riesgo de que otros aliados sigan el ejemplo de Arias.
El Presidente también ha reiterado su agradecimiento y la esperanza de relaciones amistosas, un grueso flujo comercial y división en la opinión pública local. La idea de un TLC bilateral queda en el aire.