Un ruido conocido, pero extraño, a tan tempranas horas despertó a José Francisco Lobo, a las 5 a. m. de ayer. Fue así como su familia se puso a salvo antes de que el fuego consumiera la casa y el taller de ebanistería, ubicados en Purral de Goicoechea.
La emergencia comenzó en el taller, donde alguna chispa, de origen desconocido, tomó fuerza con rapidez alimentándose de gran cantidad de sustancias inflamables como aguarrás, thinner, sellador o barniz.
Lobo se percató de la emergencia cuando las llamas quemaron la manguera del compresor -máquina para pintar- y este causó mucho ruido. "El compresor nos salvó; si no, nos hubiéramos quemado", concluyó el afectado.
Tras el sobresalto, Lobo inmediatamente dio aviso a su esposa y dos hijos pequeños, quienes se apresuraron a bajar al primer piso y luego abandonaron la casa, ya amenazada. Arriba dejaron camas, colchones y ropa.
Narró que, en muy poco tiempo, llegaron al sitio unas seis máquinas extintoras de incendios. No obstante, los bomberos no pudieron evitar que el fuego consumiera gran cantidad de máquinas y por lo menos 60 muebles en los que estaban trabajando.
Conforme avanzaron las horas, fueron llegando los 15 trabajadores del taller de ebanistería -propiedad del padre de Lobo-. Allí empezó la evaluación de las millonarias pérdidas. José Francisco Lobo dijo desconocer si el inmueble estaba asegurado.
A la 1:50 p. m. de ayer, un fuego de menores consecuencias se produjo en uno de los edificios que ocupa la Asamblea Legislativa. La emergencia fue controlada por los mismos vigilantes, quienes usaron extintores.
De acuerdo con el jefe de seguridad del Congreso, Carlos Herrera, el fuego únicamente dañó papelería con poco valor que se encontraba dentro de archivos ubicados en un pasillo entre la oficina del diputado Luis Gerardo Villanueva y la Comisión de Asuntos Internacionales.
Aunque se presume que el principio de incendio fue accidental -posiblemente por una colilla de cigarro lanzada desde afuera-, al sitio se hicieron presentes agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), para analizar si hubo mano criminal. Para ello utilizaron perros entrenados.