
Al arqueólogo Francisco Corrales, director del Museo Nacional, le tocó ayer dar la cara y responder todas las preguntas incómodas sobre el robo de una pintura en una de las salas del Museo Nacional.
Corrales reconoció que no solo hubo una serie de fallas de seguridad que posibilitaron el robo, sino que el Museo Nacional actuó con lentitud tras enterarse de la sustracción de la obra, cuatro días después del hecho.
Tantos fueron los errores en este caso que, ayer por la tarde, la Junta Administrativa del Museo Nacional abrió una investigación interna para esclarecer quiénes fallaron y que ellos enfrenten las consecuencias de sus actos.
El propio Corrales no sabía que el hurto había sido el viernes 20 y no el martes 24, día en que sus empleados lo reportaron.
Tampoco pudo explicar por qué no se notificó de inmediato al Organismo de Investigación Judicial (OIJ), ya que él ordenó ese mismo martes que se pusiera la denuncia.
“En última instancia, yo soy el responsable de todo lo que pasa en el Museo Nacional. Sin embargo, también existe una serie de mandos intermedios que son responsables de procedimientos que no se cumplieron”, dijo Corrales.
Por ahora, él no tiene ninguna pista de dónde está la obra. Sin embargo, espera tener pronto información veraz .
