Una familia vecina del centro de Cartago mantiene lo que ya se ha convertido en una hermosa tradición llena de fe, cuando se acercan las actividades en honor a La Negrita.
Lilliana Vargas Quesada, junto a su esposo Manuel Mata Solano y sus cuñadas Zoila y Merlin, conforman un equipo de trabajo muy comprometido desde hace algunos años.
Zoila es amante de la costura. Inició la tradición hace algunos años, cuando confeccionaba vestidos de La Negrita para regalar durante la novena a la Virgen.
También lo hacía cuando la invitaban a alguna actividad en casa de familiares o amigos: cosía un vestido y se lo colocaba a una imagen para no llegar con las manos vacías.
“Conocí a una señora que hacía unos vestidos bellísimos y una persona me regaló el molde del vestidito porque yo quería hacer uno, y me quedó divino. Cuando iba en las noches a la novena hacía vestidos y le daba unos a mi hermano; le decía que los regalara a quien el corazón le dictara. De esto hace unos ocho años.
“Un día, le propuse que, como nos gusta tanto estar juntos, nos reuniéramos, compráramos tela, los fuéramos alistando y así compartíamos. Ese primer año hicimos unos 50”, recordó Zoila.
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Hace tres años, comenzaron a colaborar con la compra de materiales, el dibujo del patrón, la costura de cada pieza, la decoración, el traslado a la basílica para su bendición y, finalmente, con la entrega a los fieles.
Algunos días trabajan en una casa y otros días en otra, rotándose desde febrero o marzo, cuando comienzan con la compra de materiales y avanzan poco a poco, ya que toda la labor va por etapas.
Manuel se encarga de dibujar el molde sobre las telas y de observar a quién regalarle cada vestido durante la novena. Analiza a quienes están dentro o fuera de la basílica, y algo en su interior le indica quién debe llevarse ese recuerdo a casa.
Mientras Zoila plancha las telas y cose, Merlin y Lilliana se encargan de dar vuelta a las piezas, recortar y decorarlas. Tratan de que todos se involucren en las diferentes etapas.
“A mi hermano le habían regalado un vestido de un lugar lejano del país y, cuando le pregunté dónde estaba, me dijo que guardado en una gaveta.
"Pensé que eso también pasaba con los que hemos regalado, así que empezamos a entregarlos junto con botellitas de la Virgen. Hicimos un esfuerzo para juntar más dinero y comprar materiales para los vestidos y las botellas”, relató Zoila.
Decenas de prendas
La fe en la Virgen es lo que impulsa a esta familia a seguir con esta labor. El año pasado, confeccionaron 200 vestidos en conmemoración del bicentenario, y este 2025 hicieron 170.
Para ellos sería muy lindo que en todos los hogares haya una imagen de La Negrita con su vestido, ojalá bendecido.
“Siempre necesito de ella, pero nunca inicié esto con el fin de pedirle algo especial a la Virgen. Me gusta hacerlos por si alguien necesita pedirle algo a ella y por fe. Si me piden que haga uno por encargo, digo que no, porque no lo hago ni lo haré por dinero”, recalcó Zoila.
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Cada virgencita puede requerir aproximadamente 90 centímetros de encaje y perlas, además de otros detalles como avalorios y silicona. Los vestidos pueden variar en tela y decoración.
No tienen días específicos para reunirse a confeccionarlos, pero procuran hacerlo cuando los cuatro pueden estar presentes. No lo ven como trabajo, sino como un momento especial para compartir en familia.
Suelen reunirse los viernes o sábados, después de Semana Santa. Si alguno encuentra un material bonito, lo compra; cada insumo se financia entre todos. La bendición de los vestidos se realiza pocos días antes del inicio de la novena.
“Buscamos un sacerdote después de misa en la basílica y, durante la novena, los vamos entregando. Mi hermano y mi cuñada andan en Pérez Zeledón y se llevaron algunos para entregar entre los romeros que vean en el camino. Ayer, venía un grupito por el Cerro de la Muerte desde Portalón de Quepos”.
“La idea es que los vestidos lleguen lejos de Cartago, a quienes tienen dificultad para venir. Hemos tenido experiencias hermosas y fotos de personas que realmente no son de aquí. Han sido bendiciones para muchos.
“Asistimos durante toda la novena. Los peregrinos van llegando y los entregamos. Todos somos muy devotos de la Virgencita y hemos tenido una vida plena, bonita y con mucha fe para que interceda ante su Hijo por las necesidades de todos los hogares”, agregó Lilliana.
Romeros agradecidos
Ver la reacción de quienes reciben el vestido es muy conmovedor: lo agradecen, e incluso algunos han llorado. Varios de estos vestidos han viajado a países como México, Estados Unidos y Canadá.
Hace dos años, la familia vivió un doble milagro relacionado con Zoila y uno de sus hijos, debido a complicaciones de salud. Atribuyen esa pronta recuperación a la intercesión de La Negrita.
Desde ya piensan en los vestidos del próximo año, con la esperanza de que los entregados en esta edición llenen de bendiciones a muchas familias devotas y creyentes de la Patrona de Costa Rica.
