Un tramo de 600 metros de la calle que pasa por la Avenida Central, en San José, ya no tiene asfalto. En su lugar, abunda el polvo, los huecos, las cunetas y los materiales de construcción dispersos por todo lado. Abundan los escombros de concreto, las tuberías, las canaletas y las varillas; y escasean los trabajadores.
Esa es la realidad en ese tramo cercano a la Asamblea Legislativa y el barrio La California, donde la Municipalidad de San José amplia el bulevar. Sin embargo, la obra presenta un retraso de un mes. Debió estar lista a finales de abril pasado.
En la actualidad, tiene un avance del 52% y el ayuntamiento trasladó su conclusión para el 23 de junio, dos meses después de lo previsto. El consorcio Pedregal, a cargo del proyecto, alegó que la demora fue producto del hallazgo de las líneas del tranvía que circuló por la capital entre 1899 y 1950.
‘Mucho desorden en la construcción’
Desde el inicio de las obras, que implicó la extracción del alcantarillado y la posterior reparación del sistema de agua, se reportaron inundaciones en algunos negocios de la zona. Así ocurrió, por ejemplo, en el bar Acapulco, según contó a este diario su gerente, Luis Carlos Salazar Porras.
“Ha habido mucho desorden en esta construcción, y muy poco personal para completar una obra como esta”, afirmó Salazar, quien también reconoció haber sufrido una afectación en el número de clientes por esta situación.
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Él es uno de los comerciantes de la Avenida Central que denunciaron estar siendo afectados por las obras y su retraso.
El síndico del distrito del Carmen, Ignacio Cubero, del Frente Amplio, envió un oficio a la alcaldía, el pasado 13 de mayo, solicitando información sobre el proyecto y trasladando las quejas de los vecinos.
Cubero obtuvo información de comerciantes del barrio La California, quienes denunciaron la lentitud con la que avanzan las obras, o bien, la paralización de las mismas.
También revelaron el rompimiento constante de tuberías y fugas de agua, los problemas de tránsito para las personas, los malos olores y las inundaciones de los locales provocadas por la construcción.
El propio Cubero se presentó al lugar el pasado lunes 12 de mayo y notó lo demorada en las labores. Corroboró que habían mallas de seguridad caídas, malos olores, fugas activas de agua y huecos apenas tapados con madera, pero sin rotulación que advierta sobre la peligrosidad.
Un día después, la Asamblea Legislativa se quedó sin internet por el fallo de una caja ubicada en el bulevar, pero la municipalidad negó que esto se debiera a la construcción.

Hasta el 50% de disminución de ventas
Desde noviembre del año pasado, cuando inició la construcción, el bar Acapulco registra una disminución de entre el 40 y el 50% en sus ventas, según Salazar. En ocasiones, incluso, se ha quedado sin agua y por esta razón no ha podido abrir el local.
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El problema que percibe ahora es que ya inició el invierno y esto puede provocar más retrasos en las obras. “El atraso que llevan es enorme”, se lamentó Salazar, quien también denunció que con las lluvias de estos días, las aguas negras se han rebalsado, provocando un fuerte hedor.
“Esperamos aguantar, porque si esto (la construcción) se retrasa más, no sabemos qué va a pasar con nosotros los comerciantes”, añadió el gerente del Acapulco.
Los dueños de los parqueos de la zona también han resentido la baja afluencia en las inmediaciones, principalmente por la falta de accesos por la construcción.
Óscar Suárez, uno de los administradores del parqueo de la Calle 17, dijo que los fines de semana, este negocio, al día, generaba entre ¢800.000 y ¢1 millón, pero ahora solo se perciben ¢80.000. Es decir, solo un 10% del dinero que se recogía antes de la construcción.
Molestias son ‘inherentes a cualquier intervención en espacio público’
El 20 de mayo, la Municipalidad de San José respondió al oficio de Cubero, argumentando que las obras avanzan conforme al cronograma programado y que las molestias reportadas (excavaciones, filtraciones puntuales y olores) “son inherentes a cualquier intervención en un espacio público de alta densidad urbana”.
“No existe registro formal ni evidencia fotográfica o documental de inundaciones de locales comerciales en la zona de influencia”, refutaron David Gamboa Villalobos, jefe de la Sección de Desarrollo y Mantenimiento de Obras de San José; y Randall Hernández Conejo, encargado del proyecto de Sección de Desarrollo y Mantenimiento de Obras.
Esos dos funcionarios defendieron que si bien el contrato establecía que las obras finalizarían el 13 de abril del 2025, ese plazo se extendió hasta el 23 de junio entrante, mediante el oficio N.° SDMO-0167-2025.
“Conforme a la Ley 8489, art. 105, y su reglamento (RLGCP, art. 281), las prórrogas otorgadas no son imputables al contratista, por lo que no existe atraso contractual sujeto a penalidad”, alegaron.
La Nación también envió consultas a la Municipalidad de San José, pero a la hora de publicar este artículo no se había obtenido una respuesta.
Luis Salazar, gerente del bar Acapulco, denunció que durante la construcción han demolido y construido, en varias ocasiones, unas jardineras que están incluidas en el diseño de la ampliación del bulevar. “Por eso digo que hay una desorganización en esa construcción, porque yo miré cómo las construían y un par de días después las volvían a demoler; esto es una pérdida de tiempo y de recursos”, recalcó Salazar.
Roxana Guardia, quien es vecina de la Avenida Central, cerca de donde se desarrollan las obras, dijo que ante el cierre de esa vía y de la calle 23, las personas que visitan los bares de La California estacionan sus vehículos en la acera de su casa y las de sus vecinos.
“Se ha formado un caos en el lugar. Carros con música a todo volumen y ruidos de motores en la madrugada que no dejan dormir”, dijo Guardia.
La señora agregó que, debido a las obras, su casa se llena de polvo y, en ocasiones, el agua potable sale con suciedad. El polvo, sobre todo, le afecta porque padece de asma y, por lo tanto, a menudo utiliza mascarillas para protegerse.

El proyecto de ampliación
La ampliación del bulevar se realiza en un tramo que va desde la calle 13 a la 21, es decir, desde la Asamblea Legislativa hasta el barrio La California (por el bar La Flota). Además, incluye la colocación de bancas, basureros, parqueos para bicicletas, entre otros.
Una segunda etapa, que será de uso mixto (peatonal y vehicular), dará continuidad entre la calle 9 (por el conocido restaurante Chelles) y la calle 13 (por el Museo del Jade). Esa fase incluye aceras y señalización horizontal y vertical. También se contemplan mejoras en la red pluvial en todo el trayecto.
Con la ampliación de los 600 metros del bulevar, la municipalidad busca mejorar la movilidad peatonal y vehicular en la zona. La intervención contempla 8.500 metros cuadrados de construcción. Las obras tienen un costo ¢886 millones y fueron adjudicadas al consorcio Pedregal.
