Antes de cerrar su fábrica de candelas la noche del jueves, los hermanos Arnoldo y Álvaro Moreira revisaron que todo estuviera seguro; así era su costumbre.
Por esta razón, los dos propietarios de la Candelera Patarrá y la expendedora Frangus, ubicadas en Patarrá de Desamparados, San José, están seguros de que el incendio que destruyó antenoche sus instalaciones no fue un accidente, sino que alguien lo provocó.
Aquí quedaron consumidas la planta de producción y de venta de candelas, la vivienda que ocupaba uno de ellos, además de tres vehículos y una motocicleta. Como si fuera poco, también se redujo a cenizas gran cantidad de materiales como mecate, mecha y bolsas plásticas.
En total, los hermanos valoran sus pérdidas en más de ¢80 millones. Lo peor es que no tienen seguro pues, según uno de ellos, les piden muchos requisitos cuando se trata de empresas que usan materiales peligrosos.
Daños menores sufrió la casa contigua, además de las quemaduras que presentaba en sus manos Arnoldo Moreira.
Aparte del convencimiento de que no hubo un descuido de su parte, Álvaro Moreira recibió una información por parte del vigilante del barrio, según la cual vio salir de la fábrica a un hombre de camisa blanca y pantalón oscuro pocos minutos antes de que se desató la emergencia.
Además, agregó el empresario, las llamas comenzaron en la segunda planta, un lugar donde no hay cocina, gas o cables.
"Yo he estado en tres fábricas donde hubo incendio; por eso soy muy precavido. Aquí hubo mano criminal, y esto se tiene que investigar", dijo Moreira, quien instaló esta fábrica hace 26 años.
Pero estos empresarios no fueron las únicas víctimas del fuego en las últimas horas. A las 4:30 p. m. de ayer, otro incendio dejó sin hogar a las familias de Francisco Ramírez, Armando Ulloa y Lela Sánchez, vecinos del Barrio San Gerardo, en Zapote.
Aparentemente, el origen fue una quema de basura que Ramírez llevaba a cabo en su patio. Este hombre, de 82 años, requirió traslado a un centro médico por las lesiones en su rostro y brazos.
Molestias vecinales
La alerta de Patarrá fue recibida en la central de comunicaciones de bomberos a las 10:42 p. m. del jueves y lograron controlar el fuego 50 minutos después, con el empleo de ocho unidades y con muchos problemas de abastecimiento de agua.
Según Moreira, es muy sospechoso que este hecho ocurra en el momento en que varios vecinos realizaban gestiones para que las autoridades cerraran la compañía pues les incomodaba mucho.
Entre los lugareños la destrucción de esta industria produce sentimientos encontrados. Por un lado, lamentan lo ocurrido, pero al mismo tiempo lo ven como el fin de un tormento para la comunidad.
Inés Mesén, cuya casa fue afectada, aseguró su propiedad desde hace muchos años con el temor de que, en cualquier momento, una emergencia como la de antenoche pudiera suceder.
"Unos vecinos me avisaron; yo salí al balcón y vi las llamas en el segundo piso; salían de una cajas de cartón; entonces salí gritando", narró la mujer.
Otros residentes de la comunidad agregaron que en las instalaciones quemadas no solo se producían candelas, sino también había muchos materiales peligrosos y como un taller de enderezado y pintura. Estas instalaciones -manifestaron- no eran apropiadas para esas instalaciones.
Ahora, los Moreira trasladaron su industria a otra planta que hace unos meses abrieron en San Francisco de Dos Ríos. Con ellos se llevarán también a casi todos los 40 empleados que laboraban en Patarrá.
Participó Paul Tanner, colaborador de La Nación.