En brazos de un sobrino, quien con sus manos le protegía la herida de una reciente operación, Xinia Villalta fue alejada del incendio que afectó parte de su casa y las de sus parientes, ubicadas en calle de El Alto en Sagrada Familia, San José, a las 8:40 a. m. de ayer.
Como esta mujer, muchos otros vecinos fueron sorprendidos por el fuego, el cual devoró cinco viviendas y dañó otras dos en forma parcial.
Al llegar los bomberos al lugar, cinco minutos después de la llamada, dos casas se encontraban envueltas en llamas, que se extendían con rapidez por los entretechos, casi pegados.
"Yo estaba trabajando en la fábrica de lámparas, cuando mi cuñado me avisó. Aquí vivíamos mi esposa, mi hija y yo desde hace un año y medio. Ellas están bien, pero no rescatamos nada", narró Francisco Duarte, mientras contemplaba los restos aún prendidos de lo que fue su hogar.
Tres casas hacia el sur, un grupo de vecinas llegaron a extender su mano a María de los Angeles Nájera, quien perdió una de las paredes de la estructura que destruida por el fuego.
La propietaria, de unos 60 años, no fue a trabajar ayer porque se sentía enferma, y casualmente estuvo en su casa para ser testigo del incendio, que se anunció con un ruido muy similar a balazos o triquitraques, según comentó.
Por el momento, la única versión sobre el posible origen la dio Hellen Castro, para quien la tragedia se originó porque dejaron una candela encendida.
Otros de los vecinos más bien señalaban como responsables del incendio a los expendedores de drogas, sobre cuya existencia dieron fe miembros de la Fuerza Pública.
Los perjudicados por la emergencia fueron identificados como Virginia Villalta -propietaria-, Francisco Duarte -inquilino-, María de los Angeles Nájera, Francisco Fernández -dueño de dos casas, una de ellas habitada por Oscar Fernández-, y Salita Villalta. Todos ellos revivieron los temores de los habitantes de Cristo Rey, donde otro incendio dejó sin techo a ocho familias.