Reclutados por unas 15 pandillas, cientos de jóvenes costarricenses y extranjeros, con edades que oscilan entre los 11 y los 20 años, cometen toda clase de fechorías en “territorios” sometidos a su “ley”.
Sin que lleguen al grado de una organización como las “maras” centroamericanas, las cuadrillas ticas se unen en pos de objetivos similares: autodefensa y la comisión de hechos delictivos.
Así lo contaron varios pandilleros entrevistados por La Nación.
Los grupos, asentados en barrios marginales con alta densidad de población (con mucha inmigración), son responsables de fechorías tan graves como homicidios y vendetas.
En mayo pasado, pandilleros de La cueva del sapo –en La Carpio, San José– asesinaron a balazos a Rafael Antonio Amaya Lumbí, de 23 años y sindicado como uno de los presuntos líderes de La Terminal .
Meses antes, dos miembros de Los Melenitas (Los Guido, en Desamparados), golpearon a un hombre conocido como Raquetón.
Tras permanecer en coma varios días, la víctima falleció en el hospital San Juan de Dios.
La Policía arrestó a Chuzo y a Nica –dos menores de edad– por el crimen.
En marzo del 2000, varios miembros de Los Mocos (en Los Cuadros de Goicoechea) fueron investigados por el homicidio del taxista Gustavo Zúñiga Jiménez.
Al chofer lo encerraron en la cajuela de su carro y lo quemaron vivo, pese a sus súplicas.
A finales del 2002, las pandillas de La Tercera y La Cueva chocaron en un salón de baile ubicado en La Carpio, gresca que terminó con un saldo de 16 heridos de bala.
Rodeados de pandillas
Cada organización tiene su territorio y lo defiende con sangre. En La Carpio, por ejemplo, las autoridades tienen identificadas seis pandillas: La cueva del sapo, La Terminal, Los Ángeles, La Tercera, La Cuarta y Los Skates.
Entre ellas fraguan alianzas para defenderse de sus enemigos, en especial de los de La cueva, banda numerosa, armada y muy agresiva, según la Policía.
Esa pandilla es dirigida por un sujeto sobre cuyas espaldas pesa una orden de captura por homicidio.
Algunos pandilleros contaron que La cueva tiene entre su arsenal una especie de “morteros” para bazuca, fabricados con tubos, vidrio molido y clavos.
“Tenemos en una base de datos los nombres de 373 pandilleros de La Carpio (de seis grupos) sorprendidos in fraganti o señalados por sus víctimas, pero está claro que son muchos más.
“Nos falta mucha gente por identificar. Los más pequeños tienen 12 años. En sus filas tienen a nueve mujeres”, indicó el capitán Alexánder Godínez.
El “territorio” es defendido a ultranza. “No podemos tomar el bus en cualquier lugar; solo en nuestro cuadrante. Si uno tiene bronca con las otras barras, tiene que viajar en taxi porque igual se suben al bus a apuñalar”, contó un joven de La Tercera.
Divisiones menores
En Los Guido de Desamparados hay cinco grupos, pero los más temidos son Los Chenio y Los Melenitas, cuyo principal dirigente provino de Estelí, Nicaragua.
Esas pandillas tiene divisiones infantiles, juveniles y mayores.
Por ejemplo, unos 15 niños –con edades entre los 10 y los 14 años– son los Mechas junior , división menor de Los Melenitas .
Al crecer, si Noel (líder de los Los Melenitas) los admite en su grupo, podrán tatuarse un indio en la pelvis, distintivo que los caracteriza.
Algunos Melenitas que cumplieron la mayoría de edad se integraron a Los Chenio, banda cuyas fechorías, según el jefe de operaciones de la policía desamparadeña, Benjamín Jiménez, son de mayor envergadura.
La Tercera, en La Carpio, también tiene niños en espera: Los Skates.
En Los Cuadros de Goicoechea, las pandillas de Los Mocos y Los Lupitos unieron fuerzas. Muchos de ellos están armados.
Mientras tanto, en San José centro surgieron dos nuevos grupos que se suman a otra ya existente, explicó Guillermo Rojas, de la Policía Municipal.
La Banda del Culantro (20 muchachos) se confunde entre los vendedores ambulantes y asalta en calle 8; los Teletubies asaltan en el centro. Hace tres meses surgió un grupo juvenil de asaltantes haitianos y dominicanos.