
Sierpe de Osa (Puntarenas). Fue una misión imposible. Con el agua hasta el pecho, José Antonio Lara y otros vecinos del pueblo Boca Zacate, trataron de empujar hacia un sitio más profundo a una ballena de 13 metros que encalló en la boca del río Sierpe, pero pesaba demasiado. Murió.
Lara, de 22 años, la descubrió el jueves por la tarde cuando quedó atrapada en un sitio poco profundo y con gran choque de olas.
“La vi desde la playa. Levantó la cola y la dejó caer. Como me di cuenta que estaba viva, hice todo lo posible por salvarla. Corrí en busca de un teléfono celular y llamé al 9-1-1”.
Pero los bomberos de Palmar Sur, la Comisión Nacional de Emergencias y el Ministerio del Ambiente y Energía (Minae) no supieron darle respuesta sobre qué hacer. Carecían de recursos para acudir en su auxilio.
Por eso José Antonio y varios vecinos entraron al agua. “Teníamos miedo que nos golpeara. La empujamos, pero no logramos moverla. Creo que murió muy rápido. Como a los 15 minutos dejó de moverse. Tengo 22 años y es la primera vez que veo a un animal de estos fuera del agua”.
Se trataba de una ballena jorobada; macho de edad joven. Tenía heridas menores y raspones producto del golpe de las olas y la fricción contra las rocas”, contó Johnny Cabezas, funcionario del Minae quien llegó al sitio y tomó muestras de la piel para enviarlas a un laboratorio.
Ayer en la tarde fue quemada para evitar que la marea la arrastrara hacia el estero.
¡Una más!
Lo que más sorprende a Johnny Cabezas es que ese jueves, en cuestión de dos horas, no solo le reportaron este caso, sino otro.
El botero Rafael Esteller, de la compañía Las Gaviotas de Osa, dio con los restos de otra jorobada en el Parque Nacional Corcovado.
“Era un animal pequeño, quizá recién nacido. En la playa quedaron los huesos. En estos lugares es muy difícil ver una ballena muerta; ahora dos…”.
Hace un mes, él vio unas orcas –enemigas naturales de las jorobadas– cerca de la isla del Caño.
Ayer, satisfecho por haber hecho lo posible por salvar la ballena, José Antonio Lara recordó cuando hace unos años ayudó a un delfín. “Lo encontré atrapado en la arena. Tenía raspones en un costado. Estaba tan mal que lo llevaba al mar y se devolvía a la costa. Por eso me lo llevé a un sitio donde no golpeaban las olas y caminé hasta aguas profundas. Ahí lo dejé ir. Solo me quedaron unas fotos para el recuerdo”.