El sol aún no había hecho su aparición cuando doña María Auxiliadora Chacón Calderón, de 54 años, ya estaba en su tramo para empezar la jornada. Hizo lo que hace todos los lunes, solo que esta vez, por ser un día especial, su labor arrancó a las 4:30 a. m.
En el quiosco Julieta, nombre en honor de su madre de 85 años y quien le heredó el oficio de vender flores, acomodó los baldes con rosas, claveles, pomas, crisantemos, astromelias, yerberas y helechos, y se dispuso para la venta de los más hermosos arreglos florales.
La experiencia de 40 años dedicados a la actividad le decía que esta vez las ventas debían ser buenas. La acompaño su amiga, “casi hermana”, María Teresa Brenes Vega. Juntas, atendieron a decenas de personas que llagaron por una rosa sola o por arreglos de doce, bellamente decorados.
María Auxiliadora es mamá de dos hijas, Jeimilyn y Jeannette, y abuela de cuatro nietos, y dice que trabaja con mucha alegría todos los días, pero que el Día de la Madre es muy especial porque conoce a mucha gente que no solo le compra sus arreglos, sino que también le cuenta sus historias, algunas bonitas, pero otras muy tristes.
“Hace un rato vino un muchacho que me compró solo rosas y yerberas blancas porque su mamá murió hace poquitos días”, contó a manera de ejemplo, mientras seguía alistando rosas para nuevos clientes.
Trabaja sin descanso casi todos los días del año, incluyendo sábados y domingos. Afirma que jueves y viernes Santos, Navidad y Año Nuevo son los días en que no se presenta a laborar. “Aquí se trabaja todos los días, a menos de que se presente algún motivo de fuerza mayor como una enfermedad muy grave”, confiesa.
La mañana soleada fue testigo del constante desfile de personas que pasaron por su local frente al costado norte del mercado municipal de Cartago. Algunas como Melissa Quesada, quien le compró rosas a su mamá Aracelly y su suegra Anny, llegaron determinadas por su compra, pero otras más dubitativas reciben el consejo de la experta vendedora.
“Este año dichosamente hay más movimiento, porque los anteriores con pandemia han sido muy difíciles, además de que aquí tenemos que pagar permisos municipales”, comentó María Auxiliadora, quien espera terminar su jornada entre las 6 y 7 de la noche.