
Los dos son policías, no se conocen, pero el destino los puso en la misma encrucijada: ninguno puede portar su arma de reglamento ni capturar delincuentes.
Esta es la historia de los oficiales Marvin Araya Brenes, de 36 años, y Libio Medina, de 40, destacados en Macho Gaff, en El Guarco de Cartago, y Belén de Carrillo, Guanacaste, respectivamente.
Araya perdió la movilidad de su mano derecha a consecuencia de un machetazo que recibió, a mediados de marzo del 2002, cuando intentaba detener a un agresor doméstico.
“Me cortó los tendones, este brazo me quedó inutilizado y desde entonces no puedo usar el revólver”, relata el policía.
Pese a ello, sus superiores lo tienen destacado en una caseta, junto a la carretera, donde colabora con sus compañeros en la revisión de vehículos y autobuses.
“Aquí hace mucho frío y entonces me duele el brazo, pero ni modo, tengo que llevarle el arroz y los frijoles a mi familia”, agrega.
Su lesión le impide, además, esposar sospechosos o forcejear con alguno en caso de un incidente. “Tengo 14 años de experiencia, sé que aún puedo servirle a mi patria”, insiste.
Aunque ha buscado ayuda para tramitar una eventual jubilación por invalidez, todo ha sido inútil. “Dicen que estoy joven pero Dios manda, yo sigo para adelante”.
Policía epiléptico. Libio Medina labora en un puesto en Belén de Carrillo, Guanacaste y, desde hace cinco años, tampoco puede usar armas ni perseguir delincuentes.
Para su consuelo, lo envían a la escuela local “para que cuide a los niños” y en ocasiones se hace cargo del equipo de radio comunicación de la Delegación.
Padece ataques de epilepsia y dolencias en ambas rodillas que le impiden caminar largas distancias. “Este puesto no tiene patrulla y cuando pasa algo tenemos que llamar a la delegación de Filadelfia”, se queja.
Pese a ello, Medina dice “echar para adelante” y, a como puede, procura cumplir las funciones secundarias que le asignen con “todo mi esfuerzo”.
Al igual que otros policías incapacitados, no ha contado con el apoyo del Ministerio para lograr una jubilación por invalidez, la que sigue tramitando.