El presidente de Rusia, Boris Yeltsin, presidirá hoy los funerales en San Petersburgo del asesinado zar Nicolás II y su familia, en un acto de "expiación de los pecados" bolcheviques y en "honor a la verdad" ocultada durante 80 años.
En un cambio de parecer, Yeltsin anunció ayer que asistirá hoy a la ceremonia fúnebre del último zar de la dinastía Romanov y su familia en la catedral San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, antigua capital imperial.
"La verdad fue ocultada durante 80 años y mañana (hoy para los lectores) hay que decirla, y debo formar parte de ello. Esto es lo que se debe hacer desde el punto de vista humano", manifestó Yeltsin en una entrevista difundida por la televisión privada NTV.
En una nota de tono conciliador, el Kremlin manifestó que "al poner a descansar los restos de personas inocentes que fueron asesinadas, la generación rusa actual está intentado expiar los pecados de sus predecesores".
El cambio repentino de parecer sobre el funeral de Yeltsin tuvo un efecto inmediato en el ánimo de decenas de familiares dolientes, que esperaron en filas y vestidos de trajes oscuros en el aeropuerto de San Petersburgo para recibir los pequeños ataúdes procedentes de Ekaterimburgo, donde la familia fue ejecutada el 16 de julio de 1918.
Nikolái Romanov, reconocida cabeza de la dinastía, dijo que los 51 miembros de la familia que viajaron de todas partes del mundo para el entierro quedaron profundamente conmovidos con el gesto del Presidente ruso.
"Este es un punto después del cual nuestras relaciones nunca serán las mismas. Estamos comenzando a dejar el pasado a un lado", dijo a los periodistas en el aeropuerto.
El patriarca ortodoxo Alexis II no participará en las modernas ceremonias de San Petersburgo y celebrará una misa paralela en memoria de los Romanov en la iglesia de Serguéi Possad, al norte de Moscú.
Busca popularidad
Las osamentas de Nicolás II y su familia fueron desenterradas en 1991 en una tumba sin identificar en un bosque cerca de Ekaterimburgo y expertos extranjeros determinaron con pruebas de ADN que los restos tenían más de 99,99 por ciento de probabilidades de ser de la familia real.
Se trata de los restos de Nicolás II, su esposa, la zarina Alejandra, las princesas Olga, Tatiana y Anastasia, tres empleados y el médico de la familia. Las osamentas de los príncipes Alexéi y María continúan desaparecidos.
Para Yeltsin, quien generalmente se refiere bromeando como zar, fue un acto de expiación personal y una manera de mejorar su imagen como padre de una nación con una vinculación directa con el rico pasado imperial ruso.
Cuando era el jefe comunista de la región Sverdlovsk en la década de 1980 (ahora Ekaterimburgo), Yeltsin ejecutó una orden del gobernante Politburó de demoler la casa de Ipatiev, en la que el zar y su familia fueron ejecutados, con el fin de borrar todo recuerdo de esa dinastía.
La familia imperial fue asesinada por bolcheviques, que libraban una guerra civil contra los soldados leales a Nicolás II, quien abdicó en 1917. Las ejecuciones pusieron fin a la dinastía Romanov, que gobernó Rusia por 300 años.