De una duración de 2 minutos y 38 segundos y de una calidad mediocre, tanto de imagen como de sonido, la cinta habría sido grabada con un teléfono móvil por un asistente al ajusticiamiento.
Condenado a muerte el 5 de noviembre por la matanza de 148 chiitas en los años 80, el exdictador fue ejecutado en una sala de una caserna de los servicios de inteligencia militares en Jadamiya, un barrio en el norte de Bagdad.
Las imágenes muestran primeramente la escalera que lleva a la horca, una instalación de metal roja. La sala es visiblemente demasiado pequeña para el gran número de testigos.
Rodeado de verdugos y civiles encapuchados, el condenado, antaño el hombre más poderoso de Iraq, avanza hacia la trampilla, con una cuerda gruesa alrededor del cuello.
La imagen es entonces salpicada por los flashes de las cámaras fotográficas. Uno de los verdugos ajusta la cuerda y ciñe un poco más el nudo de la soga sobre la piel de Sadam.
El exdictador no deja entrever ningún signo de emoción. Aunque le espera la muerte inminente, da muestra de un aplomo difícil de creer, al tiempo que empieza a recitar la última plegaria.